La interpretación Judía de El Diluvio
Una vez má, unos pocos conocimientos talmúdicos nos ayudarán a comprender mejor un aspecto de este panel. En el texto original de la Torá aparece una palabra en hebreo para el término «arca»: teivah. Pero la palabra teivah no tiene ninguna connotación relacionada con una embarcación. En realidad significa ‘caja’. En prácticamente todas las representaciones artísticas, el Arca de Noé aparece como una embarcación marinera con casco curvo. Pero según el Talmud y la midrash, se trataba de una estructura de gran tamaño con una forma similar a la de una caja que muy posiblemente no habría podido flotar sobre la superficie de las aguas, a no ser que el Aliento Divino o el Viento Celestial la hubieran mantenido sobre las olas. Aquí, en la bóveda de la Sixtina, Miguel Ángel pintó el arca como una gran caja, siguiendo una vez más a pies juntillas la tradición judía.
Naturalmente Miguel Ángel y su alegre banda de florentinos no pudieron resistir la tentación de lanzarle otra indirecta a Roma. En el extremo izquierdo del panel vemos la cabeza de un asno. Exactamente a la misma altura, en el extremo derecho de la escena, aparecen dos diminutas figuras que acaban de salir de las aguas para refugiarse sobre las rocas que quedan detrás de la tienda improvisada. Poco saben que muy pronto acabarán también ahogadas por culpa de sus pecados, pues los únicos humanos destinados a sobrevivir al Diluvio son los que van a bordo del Arca por orden divino. Los dos pecadores del fondo parecen dos ratas de agua: están colocados a cuatro patas y van vestidos de rojo y amarillo dorado, los colores inconfundibles de la ciudad de Roma. Por si acaso alguien no creía ver aquí un mensaje insultante, los colores del vestido de la mujer que constituye el telón de fondo de la cabeza del asno, son exactamente los mismos colores romanos.