El padre viste unos calzones blancos que, según Hugo de San Víctor, indican la pureza, la munditia carnis, pero en tomo a sus caderas vemos un paño gris azulado que, como observa el teólogo en el mismo pasaje, recuerda el color del mar agitado, lo que simboliza las pasiones y no el amor puro. Josías duerme tendido en el suelo. Sabemos que Zorobabel fue gobernador de Judea alrededor del año 529 a. de C., bajo el dominio persa, que instigado por los profetas Ageo y Zacarías impulsó la construcción del templo, y que debido a esto y a su pertenencia a la tribu de Judá se le consideró como una representación del Mesías.
En la pintura, su mujer se halla sentada en una yacija verde, viste de color violeta, lleva un velo blanco y sostiene en brazos a su hijo, al que mima, juntando su mejilla con la del pequeño. El niño gira su cabeza hacia su padre dormido. Pero en esta ocasión el entramado trinitario no es perfecto. Tal como aparece representada, la esposa procede de su cónyuge, hacia quien se vuelve, pero el niño está más cerca de su madre que de su padre. Sabemos que Josías fue derrotado y herido mortalmente en Meguiddó por Nekó, rey de Egipto, aunque pudo regresar a Jerusalén, donde murió poco después. Probablemente debido a esto Miguel Ángel lo representó dormido, y por idéntico motivo su esposa viste de violeta, color del ayuno y la penitencia.