La luneta representa a Jeconías y Salatiel -o, para ser más precisos, a la madre, el padre y dos hijos, siendo uno de ellos Salatiel- y nos muestra la estrecha relación existente entre los dos grupos separados por la cartela. La madre está sentada en el lado izquierdo de la luneta en compañía de su hijo más joven. Aunque da la espalda a Jeconías, gira su cabeza y sus ojos bizcos lo más lejos posible en dirección al esposo, que viste completamente de verde, y tuerce el busto y la cabeza aún más que su mujer, para poder mirar cómodamente tanto a ella como a su hijo pequeño. Éste permanece de pie sobre el regazo de su madre y tiende el brazo izquierdo hacia su hermano mayor, que se dispone a encaramarse en brazos de su padre y tiende el brazo izquierdo hacia su hermanito ofreciéndole una piedra.
Volvemos a encontrar tema de la donación -en referencia a Manasés y Efraín-, que el de mayor edad entrega al más joven, junto con diversos temas paralelos presentes también en el grupo de José situado en la luneta de la pared de la entrada. El manto amarillo de la esposa alude una vez más a las «posteriora dorsi eius in pallore auri» del salmo (Sal Vulg 67, 14c). La vestimenta roja simboliza el amor, la ciñe una faja verde, color de la esperanza, mientras que la manga de la camisola es blanca como la fe, a no ser que en esta ocasión indique la pureza, pues en cualquier intento para determinar el significado de los colores siempre queda abierto cierto margen de libertad.