Simbolismo Salmon
Si dirigimos la mirada hacia lo alto descubriremos de nuevo la capa amarillo dorado de la santidad en el gajo dedicado a Obed y su familia. La madre, sentada en el suelo como una Virgen de la Humildad, está cortando y confeccionando una vestidura blanca para su hijo, al que vemos desnudo a su lado. El velo de la esposa es de color gris plateado. Salmón, que aparece a su espalda, lleva un gorro rojo y una vestimenta verde.
El pecho de la esposa está cruzado transversalmente por una faja roja que recuerda la que lleva la Virgen de la Piedad en la basílica de San Pedro. Las cabezas del padre, la madre y el hijo se hallan estrechamente unidas y forman un triángulo, lo que una vez más nos induce a pensar en la Trinidad. Como la madre se encuentra en segundo plano y el hijo en el tercero, de acuerdo con el orden existente en la Trinidad, la madre corresponde al Hijo y el niño corresponde al Espíritu Santo.
El niño mira la mano de su madre, que se dispone a cortar, pero también el padre y la madre miran en la misma dirección, concentrándose los tres en una misma labor; se puede así establecer una comparación con la Trinidad en el momento de la creación. Por algo Miguel Ángel pintó la creación del sol, la luna y las plantas en el mismo arco de la bóveda.
Además, la madre aparece sonriendo y utilizando un par de tijeras para abrir un dobladillo en su manto. Es lo que hacían normalmente los judíos cuando viajaban por terreno hostil, para esconder los objetos valiosos en el interior de sus prendas, y poder utilizarlos posteriormente para sobornar a alguien o para celebrar sanos y salvos el final de su viaje. En este caso, la sonrisa serena de la madre nos dice que han llegado sin problemas a su destino: sin lugar a dudas, un símbolo de la redención.