La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbolismo Naason

En cada una de las dos lunetas de la última arcada apare­cen dos figuras que, tal como está escrito en el recuadro correspondiente a cada una de ellas, representan a un solo personaje. Si retrocedemos en la secuencia de las genera­ciones bíblicas, aparecen Salomón y Naasón precedidos por Aminadab. Naasón, situado debajo del sector de la bóveda dedicado a la Serpiente de bronce, es representa­do como un muchacho malhumorado y mal dispuesto a cumplir diligentemente su cometido de leer el libro abier­to sobre un facistol de madera. En efecto, tiene una mirada sombría y obstinada. Si tal como se dice en el libro de los Números (Nm 7,12), su padre Aminadab era uno de los jefes de Israel durante la salida de Egipto, la vida de Naasón debió de coincidir con la peregrinación de los israelitas por el desierto.

Naasón fue un líder famoso por su demostración de fe. Cuando los hijos de Israel quedaron atrapados por el ejército del faraón en el Mar Rojo, no fue sólo la vara de Moisés la que separó las aguas. Según el midrash, Dios esperó hasta el instante en que Naasón, hijo de Aminadab, se arrojó al mar mientras exclamaba: «¿Quién es como tú, oh Dios?», y sólo en ese momento dividió el Todopoderoso las aguas. Naasón, con su salto de fe, en el sentido más literal, enseñó a la humanidad a confiar en que Dios cumpliría —y cumplirá— su promesa de liberación. Además de ser el primero en arrojarse sin miedo al Mar Rojo, Naasón fue también el primer príncipe tribal que ofreció sacrificios cuando se consagró el Altar Sagrado.

Los sabios del Talmud atribuyen la gran espiritualidad y el liderazgo de Naasón a la educación que recibió de su padre, Aminadab.

La madre, que se encuentra en el otro lado de la luneta, se mira en un espejo, porque, como ya hemos dicho, es una representación de la vani­dad. Con estas dos figuras, Miguel Ángel se propuso cla­ramente representar al pueblo de Israel que no obedece a Dios ni a su Ley y sólo se preocupa de sí mismo.

 

 

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