La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Jueces y Reyes

Juicio FInal centro 15El semicírculo de personajes a la espalda de Cristo y la Virgen realzan el poder asombroso de Cristo y la complejidad de su acción, que eleva a los bienaventurados al Cielo y dirige a los condenados al Infierno. Dos almas vuelan hacia la derecha por encima de la cabeza de Cristo; una remonta su vuelo mientras la otra desciende en picado. Ambas acompañan el movimiento rotatorio de Cristo  -que se sienta y se yergue a la vez, y levanta la mano derecha como si fuera a dejarla caer sobre la izquierda- de izquierda a derecha. Su magnetismo atrae a otra ánima desnuda que refuerza la mirada de Cristo fija en los condenados, mientras otra más subraya con la expresión de su cuerpo la atención intercesora de la Virgen hacia los elegidos.

El semicírculo está formado por tres ángeles y por figuras procedentes de los libros históricos del Antiguo Testamento, prestándose especial atención a los antepasados femeninos de Jesús. Un ángel vestido de rojo señala a Moisés, y un poco más arriba se eleva, desde el banco de nubes, un mensajero no alado vestido de color gris claro. Por encima de un ángel con vestimenta violeta y cofia azul hay una pareja de enamorados que se abrazan. La mujer, en la que reconocemos a Raab, la prostituta de Jericó que acogió a los espías de Josué que se encontraban en una acción de reconocimiento (Jos 2, 1-6), viste completamente de rojo. En efecto, su casa estaba señalada por un cordón de color escarlata para preservar a su familia de morir cuando la ciudad fuera tomada (Jos 2,18-21).

Una persona vestida de verde, a la que identificamos como Moisés por los cuernos que tiene en la cabeza, ocupa, por decirlo de algún modo, el lugar del profeta Natán. En efecto, situado muy cerca del rey David, Moisés le amonesta, alzando su dedo índice, por su adulterio con Betsabé. (2 S 12, 1-9: il. 155).

A la sombra del brazo del ángel que lleva el manto rojo y señala a Moisés con el brazo extendido, vemos a Noemí, acompañada por su esposo Elimelec, y sobre todo a Rut, la moabita, con Quilion, hijo de Noemí y primer marido de Rut, prematuramente fallecido (Rt 1, 2-5). También ocupa su lugar en la pintura la tercera de las mujeres presentes en las generaciones anteriores a la familia de Jesús (Mt 1, 5), a saber, la bisabuela de David.

Detrás de la pareja formada por Raab y Salmón pueden identificarse a otros antepasados de Jesús, como Aminadab y Naasón (Mt 1, 4), y detrás del ángel vestido de gris claro se hallan los progenitores de Jesé, padre de David. Jesé aparece a la derecha, detrás de Moisés y al lado de sus padres. David puede identificarse con claridad porque porta un gorro real y una especie de corona. Betsabé, que lleva una corona similar, se encuentra delante de David, acompañada por su hijo Salomón, que dirige la mirada hacia el Juez supremo.

También mira a Cristo un hombre vestido de rojo que lleva una especie de tonsura. La muchacha que vemos a su lado, con una corona de flores en la cabeza y la mirada puesta en él, no puede ser otra que la hija de Jefté, a quien su propio padre ofreció a Dios en un sacrificio cruento a raíz de una promesa hecha de una manera desconsiderada (Je 11, 30-39). La figura de Jefté, que viste de rojo, introduce un nuevo grupo del Antiguo Testamento, los jueces, que resultan muy apropiados en el Juicio Final.

No resulta difícil reconocer al juez Samuel, el último y posiblemente más significativo representante de este grupo, en la figura barbuda situada debajo de Jefté. A su lado, casi como antagonista de Cristo, en posición destacada y cubriendo sus caderas con idénticos colores, vemos a Josué, de quien Jesús tomó el nombre y quien llevó los israelitas a la «Tierra prometida».

·Simbología

·Galería

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