La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Hombres Santos y Profetas

Salvados 08En diagonal respecto al espacio ocupado por las sibilas, Miguel Ángel pintó a los profetas, al fondo y debajo de los ángeles con la columna de la flagelación. Si bien resulta prácticamente imposible encontrar a un solo hombre en la zona de nubes ocupada por las mujeres, a los hombres santos colocados en la mitad derecha del Paraíso sí les acompañan figuras femeninas. El primer profeta, de cabello oscuro, situado al fondo, en el extremo del grupo y a la derecha de un joven Salomón, está acompañado por una mujer que lleva una vestimenta verde y lo oculta casi por completo. Por mandato de Dios, el profeta Oseas tomó por mujer a Gómer, una prostituta, para explicar al pueblo con un ejemplo la relación adúltera existente entre Israel y Dios (Os 1, 2-9).

Otro profeta, de cabellos blancos, en el que reconocemos a Natán, llama la atención, de forma enérgica, con el índice extendido, sobre la pareja adúltera formada por David y Betsabé, situada en el semicírculo que hay detrás del Juez supremo. Debajo del profeta se ve a un rey con corona. Además de a David y a Salomón, en el Viejo Testamento sólo se recuerda a otro soberano bondadoso, Asá, que «obró rectamente a los ojos del Señor» (1 R 15, 11). Por lo tanto, sólo él puede haber encontrado un lugar entre los profetas.

¿Quiénes pero son los otros hombres de Dios que anunciaron al pueblo que sería sometido a un futuro juicio divino? En primer lugar, destaca un rey vestido con el color violeta de la penitencia y con el distintivo real en la cabeza. Se halla delante de Gómer. Mira al profeta que tiene a su lado, quien lleva un manto verde alrededor de las rodillas y eleva ambos brazos en un gesto de intercesión. Un profeta completamente desnudo parece querer detener con su brazo el gesto condenatorio de Jesús. Uno de los dos representa seguramente a Jonás, que profetizó a los habitantes de Nínive el amenazador juicio de Dios, y acaso sea el que se encuentra cerca del rey, rezando con los brazos elevados.

Juicio FInal centro 28Entre los testimonios del Antiguo Testamento, situados debajo de Pedro, veremos a Isaías, representado con la sierra, instrumento de su martirio, que conocemos por el Comentario de Jerónimo a su libro. En el grupo de los profetas pueden contarse otras diez cabezas, once si añadimos la del compañero desnudo de Jonás. El Antiguo Testamento contiene los escritos de dieciséis profetas. Ya hemos encontrado a tres, a los que se añaden los demás profetas, acompañados por sus discípulos, mencionados en los libros históricos del Antiguo Testamento, siendo los más importantes Elías y Elíseo.

Estos dos últimos podrían ser los que acompañan al rey Asá a su derecha y a su izquierda. El profeta Elías también tuvo especial importancia para Gioacchino da Fiore, por considerar éste que Elías dio inicio al Ordo de los monjes. El hecho de que Elías fuera contemporáneo de Asá puede comprobarse en los capítulos 16 y 17 del Primer libro de los Reyes. El que está a la derecha de Asá probablemente sea Eliseo; mientras que Elías se encontraría a su izquierda, vistiendo el color violeta de la penitencia.

No resulta fácil establecer dónde se ocultan Ezequiel y Jeremías. Jeremías podría ser el hombre con el manto violeta que se gira hacia el grupo en el que dos hombres se saludan abrazándose, y los demás profetas estarían entre las muchas cabezas que se ven al fondo. Isaías y Daniel fueron asignados por Miguel Ángel al grupo de testimonios del Antiguo Testamento.

A través del Comentario que Jerónimo dedicó al libro de Isaías, autor del libro profético más importante, sabemos que murió mártir, cortado por la mitad con una sierra, motivo por el que lo hallamos en el grupo de los testigos de la fe que puede verse a la derecha, en primer plano, en el centro de la cortina de nubes. Ofrece la sierra, instrumento de su martirio, a los hombres destinados a la purificación, como si una herramienta de dientes tan afilados pudiera servir para su salvación y ascenso al paraíso.

A Daniel, al que vemos inclinado, ya le puso sus bragas blancas el mismo Miguel Ángel. Pero antes de examinarlo detalladamente, junto con sus compañeros, debemos detenernos en una figura que salta a la vista por su completa desnudez y que Miguel Ángel colocó en el grupo de los profetas, delante de Asá y sus dos compañeros. Muerto Miguel Ángel, uno de los braghettoni lo cubrió con un feo taparrabos que se ha conservado incluso después de la última restauración. Una discípula, que le pisa literalmente los talones, lleva una vestimenta color violeta, símbolo de la penitencia, un chal blanco y una cofia azul celeste. El hombre desnudo, que avanza con toda libertad, sigue de muy cerca a Pedro, por lo que podemos identificarle como a Pablo, y ver a Tecla en su discípula.

·Simbología

·Galería

 

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