La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbología de los Ángeles con trompetas

Juicio FInal angeles trompeta 02bEn el centro de la parte inferior del fresco, Miguel Ángel pintó sobre tres bancos de nubes a once ángeles que han descendido muy abajo para tocar las trompetas y despertar a los muertos para que resuciten, unos destinados a gozar de la vida eterna en el Paraíso celestial, y los otros a ser condenados por toda la eternidad. El libro en que se registra a los condenados es grueso y pesado, tanto, que son necesarios dos ángeles para poder abrirlo ante los desventurados que se hallan inscritos en él. El libro de los elegidos, en cambio, es cuatro veces más pequeño que el de los condenados.

De los hombros del ángel que sostiene el libro de los condenados cae un manto verde claro. Este color remite a la condición que permite ser admitido en el Paraíso, es decir, la fe impregnada de esperanza. Uno de los ángeles viste un manto del color verde de la esperanza, y el otro, uno del color amarillo azafrán del discernimiento espiritual, lo que indica que durante su vida terrenal los condenados nunca ejercieron la virtud de la confianza en el cielo y que el discernimiento espiritual, del que se preocuparon todavía menos, repercute definitivamente contra ellos.

Cuatro ángeles tocan cuatro trompetas de oro entre los condenados. Un pequeño músico vestido de rojo, que toca dirigiéndose diagonalmente hacia arriba, en dirección a los elegidos y en sentido contrario al observador, representa la virtud del amor. Delante, un mensajero de piel oscura que viste un manto violáceo toca su instrumento dirigiéndose a los condenados, lo que significa que éstos se han mantenido impenitentes hasta el final de sus días. El ángel vestido con el color azafrán del discernimiento espiritual, pintado encima del que sostiene el libro, tiene todavía la trompeta apoyada en sus hombros.

Juicio FInal angeles trompeta 03aUn mensajero vestido de verde, que se encuentra al lado de los dos que sostienen el libro de los condenados, mantiene su instrumento a punto y vuelve la cabeza hacia atrás, escuchando al ángel vestido de color amarillo azafrán, para tocar también él en el momento oportuno y en la dirección debida siguiendo la indicación de la mano de su compañero.

Se diría que los condenados sólo deberían oír los sonidos de la penitencia, el sonido de la trompeta del amor no les llega, y además, uno de los músicos es un niño. El sonido de la penitencia resuena sin duda en sus oídos, pero no así el de la esperanza que ellos despreciaron, aunque sí les llegará el sonido inapelable del discernimiento.

Un tocador de trompeta muy robusto y completamente desnudo separa á los dos ángeles que sostienen el libro de los condenados del ángel que sostiene el de los elegidos. Otros tres mensajeros celestiales tocan, con las mejillas hinchadas, para despertar a los hombres buenos del sueño de la muerte. Los colores de sus mantos son azul celeste, verde y rojo, puesto que la contemplación, la esperanza y el amor están destinados a preparar la ascensión al Paraíso de quienes resucitan.

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