La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbolismo de La embriaguez de Noé

Embriaguez de Noe OK PFeiffer 01El primer panel de la bóveda nos presenta la Embriaguez de Noé. Junto con el Sacrificio de Noé, esta pintu­ra, de menores dimensiones, es uno de los frescos que acompañan el compartimiento central dedicado al Diluvio Universal. Como puede verse, el episodio de la Embria­guez de Noé abre el ciclo de pinturas de la capilla. El mo­tivo de fondo del episodio es una referencia anticipada a Cristo crucificado. En su obra De civitate Dei, San Agustín ya se refiere a esta semejanza. En la capilla, este fresco se relaciona con el de Cosimo Rosselli, situado debajo, don­de, valiéndose de vistas pintadas detrás de falsas venta­nas, crea un nexo entre su Ultima Cena y las escenas de la Pasión, en particular la representación de la angustia mor­tal de Jesús en Getsemaní y su Crucifixión en el Gólgota.

Embriaguez de Noe 1A pesar de que en las Sagradas Escrituras se habla de la ebriedad de Noé como acaecida después del Diluvio, en la capilla la pintura relativa a ese tema anticipa el del Di­luvio Universal. Si queremos conocer los precedentes li­terarios en los que se funda este fresco tendremos que leer el capítulo noveno del Génesis, en el que Noé, después del Diluvio, comenzó a cultivar la tierra y plantó una viña. El trabajo de la tierra (exercere terram), del que se habla en el versículo 20 del ya citado capítulo, se representa lite­ralmente mediante la figura del hombre vestido de rojo, que vemos en el fondo, a la izquierda, hundiendo una pala en la tierra para airearla. En primer plano vemos, repre­sentado en grandes dimensiones, a un Noé ya viejo, con su barba blanca, que yace desnudo y profundamente dormi­do debajo de una techumbre de madera, con la espalda apoyada en una almohada y la cabeza inclinada. Detrás de él, y colocada sobre una losa de piedra, vemos una gran tina de madera; a la izquierda de la almohada, un jarro, y frente a él, en el Embriaguez de Noe 3suelo, la escudilla vacía, ya que Noé se ha bebido el contenido. Por la derecha aparecen sus tres hijos, a los que Miguel Ángel pintó desnudos, con los hombros cubiertos por una capa, que tienen levantada. Miguel Ángel se tomó la libertad de representar desnu­dos a los hijos de Noé a pesar de que no se corresponde en todos sus detalles con lo que se dice en el Libro del Génesis, mientras que sí concuerda el detalle del padre desnudo al que vuelven a tapar. En el versículo 23 de las Escrituras se habla expresamente de Sem y Jafet, los dos hijos de Noé a los que su hermano Cam hizo notar la des­nudez de su padre. Ambos llevan una capa encima de los hombros, se acercan a su padre dormido y, avanzando de espaldas, cubren su desnudez sin mirarla. Su padre les bendecirá por ello, mientras que, por el contrario, malde­cirá a Cam.

Miguel Ángel, en cambio, sólo representa a Sem dispo­niéndose a tapar a su padre con un manto azul. Lo hace mirando hacia atrás, en dirección a Cam, lo que también hace Jafet, quien además de volver la cabeza señala a su padre dormido con la mano derecha. Cam, al que vemos de pie detrás de Jafet -que se reconoce por tener la piel más clara que los otros dos hermanos-, coge a Jafet por debajo de la axila y con la boca pegada a su oreja le mur­mura algunas palabras. Su ojo izquierdo, que apenas se adivina detrás de la cabeza de Jafet, expresa maldad y de­cepción. Con el brazo derecho completamente tendido, que parece continuar en el de Sem, señala a su padre des­nudo y dormido. También Sem tiene la boca abierta, como si estuviera hablando, y en sus ojos puede adivinar­se asimismo la decepción, pero parecen velados, pues no vemos su pupila oscura en el blanco del globo ocular, como sí se ve en Cam.

Embriaguez de Noe 2Los hermanos están representados dentro de un sistema triangular de relaciones muy intensas, y se hallan involu­crados en un movimiento que parte de Cam, pasa a tra­vés de las manos que sostienen el manto, y lleva hasta la acción de cubrir al desnudo y dormido Noé, encontran­do al final la paz en el cuerpo atlético del patriarca que, tendido en su lecho de madera, parece una antigua divi­nidad fluvial en el frontis de un templo. Desde este punto, el movimiento, tras pasar por el ángulo que forma la eleva­da rodilla izquierda de Noé, retorna a Sem, y desde él a Jafet y Cam, lo que nos permite constatar que la repre­sentación de los hermanos, en especial la de Sem y Jafet, no coincide por completo con el relato bíblico.

Como ya hemos dicho, en dos capítulos del libro decimo­sexto de su De civitate Dei, San Agustín trata del estado de ebriedad y desnudez de Noé y de las distintas reacciones de sus hijos ante esta situación inesperada. Es sobre todo en el segundo capítulo donde se nos ofrece una interpre­tación de los episodios narrados en las Escrituras a partir de la Pasión de Cristo. En primer lugar, este Padre de la Iglesia recuerda al lector que Cristo nació, según la carne, de la descendencia de Sem, siendo Cam la imagen de los herejes y pecadores que se encuentran en la Iglesia. Estos últimos deshonran la Pasión de Jesús, preconizada por la desnudez de Noé. Pero Agustín afirma que puede recono­cerse a aquellos que actúan mal a través de sus obras, que no son nada más que los gestos. Sem y Jafet representan la «circuncisión» y el «prepucio», es decir, los hebreos y los griegos, como dice Pablo. Constituyen la figura de los «llamados y justificados, que apenas han tenido conoci­miento de la desnudez de su padre -desnudez con la que se representa la Pasión del Salvador-, han cogido una capa, se la han puesto sobre los hombros y caminando de espaldas han entrado donde está su padre y han cubierto su desnudez; el manto indica el Misterio (Sacramentum) y los hombros la memoria de las cosas pasadas».

Pero antes de insistir en las relaciones existentes entre es­tas ideas y la pintura de Miguel Ángel, debemos mencio­nar, aunque sea brevemente, las restantes ideas de Agustín que explican el misterio de la embriaguez y la desnudez de Noé.

Como ya hemos visto, Noé, en su desnudez, representa una imagen anticipada de la Pasión de Cristo en la cruz. Noé ha plantado una viña, pero la verdadera viña es la casa de Israel (Is 5, 7). Y el cáliz que se llena con el vino de esta viña es el cáliz del que Jesús habla en Getsemaní cuando pide al Padre: «…si es posible, aleja de mí este cáliz» (Mt 26, 39). La embriaguez indica la Pasión, y la desnudez, su debilidad humana. El acto de cubrir al padre desnudo es símbolo de la Pasión de Jesús, un gran Miste­rio que debemos guardar celosamente en nuestro corazón. Si volvemos al fresco de Miguel Ángel y lo relacionamos con el panel de Cosimo Rosselli, debajo, en la pared dedi­cada al Nuevo Testamento, nos daremos cuenta de que la obra de Miguel Ángel forma parte de un único y riquísi­mo programa. El fresco de la Embriaguez de Noé y la re­acción de sus hijos está lleno de referencias, incluso en sus mínimos detalles, al pasaje de la De Civitate Dei que aca­bamos de mencionar.

Sin ningún tipo de prejuicios, Miguel Ángel nos muestra el miembro circunciso de Sem, distinto del de sus herma­nos Jafet y Cam. Recordemos al respecto las palabras de Agustín, que atribuye a Sem la circuncisión. Como dice el Padre de la Iglesia, la capa que Sem emplea para cubrir a su padre desnudo es azul, para indicar la actitud con­templativa con que el observador debe rendir honor a la Pasión de Cristo.

Sin embargo, las comparaciones que hemos hecho hasta ahora no permiten aclarar dos particularidades del fresco. Parece extraño que sólo Sem, y no también Jafet, como se dice expresamente en las Sagradas Escrituras, sostenga el manto destinado a cubrir la desnudez de Noé. Tampo­co entendemos por qué Cam coge por debajo de la axila a Jafet, su hermano menor. Este gesto parece unir a los dos hermanos más de lo que lo están en el Libro del Géne­sis, que acerca a Sem y Jafet y les aleja de Cam, el herma­no mediano.

Embriaguez de Noe 2bLlegados a este punto conviene recordar que, según Agus­tín, los hombros de Sem y de Jafet representan la memo­ria. Ahora bien, en De Trinitate, la otra obra maestra del teólogo, la memoria se describe conjuntamente con el in­telecto y la voluntad formando parte de una sola «unidad trinitaria». ¿Es posible que Miguel Ángel haya querido mostrarnos a los tres hermanos como representantes de las tres facultades del alma humana, tal como expresó la «unidad trinitaria» pintando a los profetas y las sibilas acompañados siempre por otras dos personas? Si inter­pretamos de esta manera las figuras de los tres hermanos, Cam representa la memoria; Jafet, el intelecto, y Sem, la voluntad. En efecto, Jafet se vuelve hacia atrás, en direc­ción a Cam, y lo mira interrogativamente, del mismo modo que el intelecto se dirige a la memoria, como si qui­siera preguntarle: «¿Es verdad lo que dices de nuestro padre?». El índice de Jafet señalando a su padre subraya esta pregunta. Al intelecto, que procede, por lo tanto, de la memoria, corresponde hacer las preguntas. Sem, al pro­ceder de Cam y de Jafet, se presenta al observador en la posición de la voluntad. Sem procede de la memoria y del intelecto, y da la orden de efectuar aquello que el in­telecto considera oportuno.

Según todo esto, es posible comprender el significa­do de los colores de las vestimentas. Noé, que trabaja el campo para plantar una vid, viste un vestido rojo con mangas, ceñido a sus caderas, símbolo del amor que Dios ha demostrado tener por su pueblo, la vid. Una vez desnu­do, yace sobre un tejido de un color que cambia del ama­rillo al verde, que para Miguel Ángel constituye siempre una referencia al pecado. Con este color pecaminoso, que remite claramente a la Pasión de Jesús -lo mismo que la posición del fresco, pintado encima de la Pasión de Cosimo Rosselli-, la mirada se eleva hacia lo alto, hacia la capa azul con que se cubrirá la desnudez de Noé, el color azul de la contemplación. Alrededor de los hombros de Sem se agita un manto gris claro, porque la fe aún no se ha mani­festado plenamente, al desconocerse la revelación de la muerte redentora de Cristo. Jafet lleva recogido sobre su hombro derecho un manto de color amarillo azafrán oscu­ro, color que el teólogo medieval que en tiempos de Mi­guel Ángel se identificaba como Hugo de San Víctor rela­cionaba con el discernimiento espiritual. Como hemos visto, fue él quien proporcionó la interpretación alegórica de casi todos los colores que aparecen en la Sixtina. Los hombros de Cam se envuelven con un manto verde claro que le llega hasta el suelo por detrás de la espalda. El ver­de es el color de la esperanza y de la promesa y también caracteriza la capa de Moisés en los frescos de la época de Sixto IV. En el panel de la Embriaguez de Noé, el ver­de se convierte en una clara referencia a la futura reden­ción llevada a cabo por la muerte de Jesús en la cruz.

Dos detalles de este fresco se repetirán en una escena de la bóveda pintada mucho más tarde, la de la Creación de Adán. El primero es el recio y pesado cuerpo de Noé, al que vemos con una rodilla elevada, que puede compararse con el cuerpo de Adán, el progenitor de toda la humani­dad, que acaba de ser creado. El segundo lo constituye la mano con la que Jafet señala con el índice tendido. Se trata de un gesto que encontramos en la mano derecha del Cre­ador, gesto que es la expresión de la orden de Dios, capaz de dar la vida a Adán. Y volvemos a encontrarlo en la bóve­da de la Capilla Sixtina, en la trompa triangular dedicada a la Historia de Ester, cuando Artajerjes (Vulg = Assuerus), desde su lecho real, imparte la orden de crucificar a Amán. El gesto de Jafet también debe relacionarse con la concep­ción figurativa de las facultades del alma. Cabe preguntar­se en qué momento Miguel Ángel se apropió de la idea de representar a las tres personas sirviéndose del triple esquema de las tres facultades del alma (memoria, inte­lecto y voluntad). A propósito de esto, volver a mencionar a Gioacchino da Fiore y Egidio de Viterbo como fuentes de inspiración.

·Su relación con el Tondo Doni de Florencia

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