Infierno
Derivado del adjetivo latino infernus, derivado de inferus, significa “situado abajo”, “que está debajo”. En la concepción pagana estaba considerado como lugar de ultratumba, mientras según la concepción cristiana es el lugar de pena para las almas de los pecadores. La concepción de la ultratumba situada bajo tierra nace inicialmente de la asociación del lugar donde se depositaban los cuerpos de los muertos. Posteriormente, en el mundo romano, asumió un alcance cosmológico, refiriéndose a la parte subterránea del universo, donde encontraban espacio no solamente los muertos sino también los dioses de la muerte y de los muertos.
En la concepción hebrea es muy vaga la idea de la vida supraterrestre. Inicialmente se concebía el más allá como una inmensa caverna, donde las almas de los difuntos se reúnen sin diferencia de condición, sin conciencia ni voluntad. En tiempos de los macabeos se hizo camino la idea de una separación de estado entre justos y malvados. En la predicación de Jesús, el Infierno está indicado con la palabra gehenna, lugar de condena y sufrimiento, contrapuesto al estado feliz de los justos en el Reino de Dios. En la doctrina católica el Infierno se entiende como una condición del alma después de la muerte. La representación del Infierno propuesta por Miguel Ángel está influenciada por la Divina Comedia de Dante y por la concepción medieval del mismo.
Israel
Con este nombre se indicaba al grupo de poblaciones que estaba unido por el culto de Yahveh y que ocupaba el territorio de Canaán o Palestina. Según la tradición bíblica el nombre fue atribuido al patriarca Jacob cuando luchó contra un ser misterioso, un ángel. La etimología popular hebrea explica este nombre, de hecho, con el significado de “el que lucha con Él” (uno de los antiguos nombres de Dios). Según los estudiosos modernos, podría en cambio significar que “Él gobierne”, o que “Él resplandezca”. La Biblia define la familia de Jacob como hijos de Israel y llama israelitas al grupo de hebreos que dejó Egipto con Moisés. La primera vez que se utilizó este nombre en un documento oficial fue en la estela del faraón Merneptah, hijo de Ramsés II, que se conserva en el museo del Cairo y que puede fecharse en el año 1230 a.C.
