El paralelismo entre la celebración de la Eucaristía -que Cristo está instituyendo en esta Cena- y el sacrificio del Calvario es un tema recurrente en la simbología cristiana. Cristo nos deja su cuerpo que en cada eucaristía vuelve a ofrecerse como salvación para todos los hombres. Judas está sentado en un lugar adelantado de la mesa y aislado. La confrontación entre Cristo y Judas tiene un eco un tanto incongruente en la confrontación del perro y el gato del primer término.
La forma octogonal de la sala -según se deduce del artesonado del techo, hace referencia al octavo día, el día de la resurrección.
En la hermenéutica bíblica, el número siete es el símbolo de la perfección, día del descanso de Dios tras la conclusión de la creación. El ocho, por tanto, es lo que está por encima de lo perfecto. Expresa lo que es nuevo, reemplazando a aquello que ha quedado viejo. En la semana hebrea, primer y octavo día, representan el mismo tiempo unido, primero, y último; principio y fin de todo ciclo. Pero el ocho simboliza el principio de un “nuevo tiempo”. Por tal razón, en las fiestas judías, el primer día y su octavo, eran denominados de “santa convocación”. Se trata de la «nueva creación» y, para los cristianos está asociado a la resurrección y al comienzo de la nueva era de Cristo.
Cristo resucitó de entre los muertos «el primer día de la semana», que necesariamente fue el octavo día. La Biblia regoge el relato de ocho resurrecciones individuales aparte de la de Cristo. Noé fue la octava persona (2 Pe 2,5) que pisó la tierra tras el diluvio. «Ocho personas» (1 Pe 3,20) pasaron al nuevo mundo regenerado tras ser salvadas por el arca, simbolo de la Iblesia y de Cristo. No por casualidad este fresco se corresponde con los frescos de Noé pintados en la bóveda.
La circuncisión de los niños hebreos se realizaba al octavo día de su nacimiento. Esta circuncisión era imagen de la verdadera, que era la del corazón, tal como recoge San Pablo en su epístola a los Colosenses: » En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.» (Col 2, 11-12). El ocho está aquí también ligado a la nueva creación.
También, el primogénito debía ser dado al Señor el octavo día (Ex. 22, 29-30). Ello significa para los cristianos que su consagración a Dios es realizada en base a la resurrección. Así vemos como Aaron y sus hjos fueron consagrados durante siete días y el octavo comenzaron su ministerio (Lv. 8, 31-36)
Como decimos, las vigas del techo de la sala nos dicen que nos encontramos en una habitación octogonal. Posiblemente esta sala se inspire en la sala octogonal de la Domus Aúrea de Nerón, recién descubierta cuando se pintaba la Sixtina y que fue visitada por los pintores que trabajaban en ella. Las pinturas descubiertas en este palacio imperial (realizadas según la tradición por el artista romano Fabullus) ejercieron gran influencia en los pintores del renacimiento dando lugar a un tipo de decoración llamada gruttesco, tal como vemos en las decoraciones que adornan las pilastras de esta sala pintada por Cossimo Rosselli.