La interpretación judía de
Las Historias del Génesis
El camino intermedio
En la decoración de la zona central de la bóveda, Miguel Ángel en vez de limitarse a un conjunto de formas y dibujos bonitos y a la reverencia estereotipada al poder de su patrón, decidió llenarla con lo que él, como artista, consideraba el mensaje central de la relación de Dios con la humanidad. Era la primera vez (y la única en todos los tiempos) que un pintor vetaba el concepto establecido por un Papa para una obra de arte en el Vaticano.
Miguel Ángel pintó los siete profetas hebreos en correspondencia con las siete Middot, la parte inferior del Árbol de la Vida cabalístico. Equilibran el templo de la Sixtina entre la columna de Gevwah (fuerza y justicia), en el lado izquierdo, y la columna de Chessed (piedad y cariño), en el lado derecho. ¿Y qué hay de la columna intermedia, el tronco central del árbol? Se trata, según nos informa el profesor Gershom Scholem en su obra clásica La Cabala y su simbolismo, del Camino Intermedio, el camino del tzaddikim, el verdaderamente correcto y sagrado.
Estas pocas almas son tan piadosas y puras que no necesitan todas las luchas y altibajos de la vida que un buscador normal y corriente debe soportar a lo largo de su camino espiritual. Es lo que se conoce también como el camino iluminado, por ser una «vía directa» y rápida hacia la iluminación. ¿Qué eligió Miguel Ángel para ilustrar el camino más seguro y directo hacia Dios? ¿Cuál es, según él, el verdadero centro de poder del mundo? Este centro era, para Miguel Ángel, la Torá, conocida también como el Pentateuco o los Cinco Libros de Moisés. La Torá, compuesta por los cinco libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, es el núcleo tanto de la Biblia judía como de la versión de la Iglesia de las Escrituras hebreas que se conoce como Antiguo Testamento. Resulta interesante destacar que los cinco libros se desglosan en segmentos de lectura siguiendo dos sistemas distintos:
· El que conoce la mayoría de la gente, y está aceptado y es utilizado por todo el mundo cuando se cita y se hace referencia a la Torá (como en el presente libro), es una disposición por capítulos y versículos. Esto ha dado lugar a la expresión «citaron capítulo y versículo» para describir la utilización de un lenguaje preciso o inequívoco. Se trata del sistema que desarrolló el clero católico hace muchos siglos.
· El otro método de segmentación de la Torá es la división judía en parashas, las porciones que se leen semanalmente cada sabbat en las sinagogas de todo el mundo para realizar el estudio completo de la Torá una vez al año. Este sistema tiene más de dos mil años de Antigüedad y fue canonizado por los sabios del Talmud. Hoy en día, sólo los judíos conocen las parashas de la Torá, igual que debía suceder en la Italia católica de hace quinientos años. Sin embargo, esto es exactamente lo que Miguel Ángel decidió pintar en el camino intermedio de la bóveda: las dos primeras partes, o parashas, de la Torá judía, conocidas como Bereshit («en el principio») y Noaj («Noé»).
Así pues, la primera parasha o lectura semanal cíclica de una parte de la Torá termina con el panel de El pecado original y la Expulsión del Paraíso. La siguiente parasha continúa la historia en un momento situado diez generaciones después del pecado de Adán y Eva. En este momento de la historia, la humanidad había empezado a cubrir el globo pero, por desgracia, estaba abusando de su libre albedrío para seguir casi exclusivamente la Yetzer ha-Ra, o inclinación mala. Ese es el tema de la última sección de la bóveda en forma de tríptico, que Miguel Ángel empezó a pintar en 1508.