La Sibila Délfica
Nasci debere propheta absque maris
coitu de femina nomine Maria
extirpe judeorum filius dei nomine Jhesum
qui traditur in manus infidelium
et corona spinea coronabitur.
(Oracula Sybyllina)
Según la tradición, esta sibila proviene de Delfos, en Grecia; su origen vendría dado por la túnica ceñida bajo el seno y sujeta a un lado por un broche redondo. Posee una belleza y una ambigüedad sexual sobrecogedoras. Si no fuera por los convincentes pechos y por los escasos mechones de pelo que asoman por debajo de su velo, podría confundirse fácilmente con un joven adolescente. Cuando se contempla el fresco en directo, los ropajes, teñidos con caros tintes, tienen un brillo casi metálico, una gesta técnica asombrosa teniendo en cuenta que está realizada con yeso y pintura hace ya quinientos años.
Aunque procede de Delfos, en la antigua Grecia, no debe confundirse con Pitia, la sacerdotisa de Apolo, más conocida como el Oráculo de Delfos. Ésta es un personaje destacado en numerosos relatos épicos y tragedias griegas. La sibila Délfica de Miguel Ángel, como las otras cuatro sibilas de la Sixtina, no tiene un nombre específico; su identidad queda restringida a su localización geográfica. Su sencilla vestimenta clásica griega subraya sus orígenes. Los mechones de cabello rubio muestran que es supuestamente hija del dios del sol, Apolo. En la literatura clásica, simbolizada por el pergamino que sujeta en la mano, aparece en La Eneida, el poema épico de Virgilio.
En los “Oracula Sybyllina” se le atribuye una profecía sobre la venida de un Mesías “qui traditur in manus infedelium et corona spinea coronabitur” (que será entregado a las manos de los infieles y coronado por una corona de espinas), clara referencia a la Pasión de Cristo.
Por esto, su posición en la bóveda, bajo la Embriaguez de Noé, no es casual, pues Noé escarnecido por su hijo prefigura a Cristo escarnecido por los soldados e infieles. Esta figura de sibila es sin duda la más bella y joven de las pintadas por Miguel Ángel.