La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Función

La Capilla Sixtina no fue concebida como una capilla normal de palacio, es decir, como un lugar donde celebrar las devociones cotidianas; fue construida por deseo del papa Sixto IV como el gran santuario ceremonial de la residencia del sucesor de Pedro. Esta debía, por lo tanto, expresar y comunicar el singular concepto de Majestas papalis.

La Capilla Sixtina es conocida también como sede del Cónclave, la asamblea de los cardenales reunidos, tras la muerte de un pontífice, para elegir a su sucesor. La Capilla se convierte así en el templo del Espíritu Santo invocado para iluminar a los cardenales. Aquí, en medio de la Capilla, se sitúa la mesa electoral por donde los cardenales pasan, uno tras otro, para rellenar una papeleta que posteriormente en el gran cáliz situado sobre el altar.

La Capilla Sixtina es, normalmente, el lugar en el que se reúne, para celebrar ritos y liturgias, el grupo de personas que constituyen la llamada Capilla Pontificia, que está constituida, además de por Papa y los cardenales, por los superiores de las órdenes monásticas y mendicantes, los patriarcas, los arzobispos y los obispos de visita en Roma.

Entre los componentes más importantes de la familia pontificia y la burocracia curial, se encuentra el Maestro del Palacio Sacro (teólogo residente), al sacristán, al mayordomo, los chambelanes, los secretarios, los notarios y los auditores.

Entre los laicos acreditados, se contaban el senador y los conservadores de la ciudad de Roma, el cuerpo diplomático, los príncipes en visita y algunos oficiales como el Capitán de la Guardia Suiza. Junto a éstos, formaban parte de la Capilla Pontificia los servidores de los cardenales, el coro papal (constituido por doce personas) y las personas que se ocupaban de las funciones religiosas que debían llevarse a cabo (celebrante, diáconos y acólitos, maestro de ceremonias, etc.)

En conjunto, se puede calcular que la Capilla Pontificia estaba constituida por casi 200 personas, que debían sentarse en el espacio circunscrito separado por medio de un cancel de un considerable número de laicos no acreditados (servidores, peregrinos, espectadores importantes), admitidos en el interior de la primera puerta del edificio. Esta élite de personajes importantes que podían o debían presidir las liturgias solemnes, la mayoría de las veces, muy largas, no podían evitar distraer sus miradas y pensamientos. Quizás por este motivo, se pensó en realizar, en el interior de las Capillas Palatinas (y de la Sixtina en particular) frescos con mensajes de gran profundidad y demostración teológica.

El calendario litúrgico de la Corte Pontificia, además de la misa diaria (a la que el Papa asistía generalmente en un pequeño oratorio adyacente a sus apartamentos privados), preveía otras cincuenta ocasiones, a lo largo del año, en las cuales la Capilla Pontificia debía reunirse.

Estas ocasiones -35 de las cuales eran misas- podían  distinguirse en dos grupos:

· 8 que requerían la celebración en una basílica

· y las 42 restantes que requerían una gran capilla en el interior del Palacio

Estas celebraciones, a las cuales cada papa podía añadir otras que para él eran especialmente significativas, eran muy importantes, ya que constituían las representaciones públicas de la actividad espiritual del Papa y de su Majestad.

Por ello era necesario un lugar apropiado y permanente para dichas ceremonias, que Sixto IV realizó en la Capilla Sixtina.

Prescindiendo de las misas de Navidad y de Pascua, que se celebraban en la basílica de San Pedro, la mayor parte de las ceremonias (los maitines de la vigilia de Navidad, las vísperas de la vigilia del Corpus Domini, la Misa del domingo de Ramos) se desarrollaban en la Capilla Sixtina.

La estructura, la forma y las decoraciones de la Capilla Sixtina revelan claramente que, para su construcción, se consultó a los Maestros de Ceremonias.

·LA DECORACIÓN DEL SUELO

Para tener una idea de cuán importante era para los comitentes y los arquitectos la relación entre la forma del edificio y las liturgias y ceremonias que en él se debían desarrollar, analicemos a grandes rasgos la decoración del suelo.

Fue realizado en mosaico de mármol y constituye, en Roma una de las piezas más bellas del Renacimiento, en la cual los arquitectos buscaron reproducir las convenciones del dibujo medieval, que se consideraban de la época de Constantino.

El suelo de la Capilla Sixtina se relaciona, de modo directo y práctico, con las decoraciones; establecía puntos precisos de referencia y aseguraba movimientos ordenados y simétricos durante las ceremonias litúrgicas.

El espacio comprendido entre el presbiterio y el cancel, estaba ocupado en su mayor parte por la cuadratura, o sea las sillas para los cardenales, dispuestas simétricamente sobre tres de los cuatro lados de un cuadrado dejando el último de éstos, que daba hacía el altar, completamente libre.

El amplio espacio lateral comprendido entre la cuadratura y los tres escalones, llamado vestibulum era el lugar asignado a los miembros de grado inferior de la Familia Pontificia, que se sentaban en el suelo en filas perpendiculares a los escalones, frente al papa que se sentaba en el trono, a la izquierda.

Los rectángulos presentes en esta área servían para mantener un cierto orden en dicha colocación. El amplio borde, que de este lado no estaba cubierto por las sillas de los cardenales, contiene pequeños dibujos rectangulares y triangulares que regulan la posición del reclinatorio papal y del cirio pascual.

El interior de la cuadratura y la parte superior de los escalones situados delante del altar presentaban diversos dibujos simbólicos y funcionales: por ejemplo, el dibujo en el interior del cuadrado mayor, que indicaba el punto en el que se efectuaba la cuádruple incensación: tres dirigidas a las filas de los cardenales y una hacia el altar; y completaba el círculo central, formado por los mismos cardenales, en cuatro momentos de la misa: el kyrie, el gloria, el credo y el Agnus Dei. Los tres dibujos más pequeños delante del altar se referían a las tres posiciones del celebrante.

Más allá del cancel, el suelo se encuentra a un nivel ligeramente inferior, y presenta un esquema muy distinto, dominado por el pasillo que parte de la puerta de entrada. Éste indicaba el recorrido de la procesión y estaba delimitado por la guardia pontificia que impedía el acceso a las personas que no tenían derecho a unirse a la Capilla Pontificia. El pasaje está decorado con una doble espiral continua que contiene seis círculos, el más ancho de los cuales, muy cerca de la entrada, es de pórfido. Se trata de la rota porphyretica que se encuentra en este mismo punto del suelo en muchas de las iglesias mayores romanas y señala el punto en el que el papa, el celebrante o el peregrino, entrando, se detiene para inclinarse.

Este es el punto desde el que se deberían de contemplar los frescos de Miguel Ángel en la bóveda. Desde este punto se observa mejor el paralelo simbólico existente entre el descenso del papa, desde su apartamento privado al altar, con la larga sucesión de los Antecesores de Cristo hasta la apertura del Nuevo Testamento, representado por Miguel Ángel en las lunetas y las enjutas.

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