La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Josué

Lugarteniente y sucesor de Moisés y héroe del libro de la Biblia que lleva su nombre, guió la tribu de Israel a la conquista de la tierra de Canaán. Fue llamado de este modo por Moisés que había transformado su nombre derivándolo de Oseas, que significa Salvación. Su nombre, por lo tanto, significa “Dios es la salvación”.

Juan Bautista

Juan había nacido en una aldea de Judea, a poca distancia de Jerusalén. Era hijo del sacerdote Zacarías y de Isabel, pariente de María. Desde muy joven se había retirado en el desierto para orar y meditar, a orillas del mar Muerto, a poca distancia de la desembocadura del río Jordán. El ministerio de Juan Bautista comienza, probablemente, en el decimoquinto año del imperio de Tiberio, que corresponde al vigesimoctavo año de la era cristiana.

En los Evangelios, Juan es descrito como un profeta que anunciaba el Reino de Dios y la llegada del Juicio. El pueblo había comparado Juan al antiguo profeta Elías y lo amaba por su generosidad hacia los pobres, por la renuncia a cualquier tipo de violencia y su condena de la injusticia y la opresión. Fue arrestado por orden de Herodes Antipas y murió martirizado por una necia promesa hecha por Herodes, durante una orgía, a su hijastra Salomé.

Juan Evangelista

Apóstol, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago el Mayor, identificado por los estudiosos con el discípulo predilecto de Jesús. La tradición le atribuye la redacción del cuarto Evangelio. Junto a Pedro y a su hermano Santiago, fue considerado (a partir de san Pablo) como una de las columnas de la Iglesia de Jerusalén. Murió probablemente en Éfeso, ya anciano.

Juicio Final

Los estudiosos discuten si este juicio debe entenderse como un acto divino que tendrá lugar al final de la historia de la humanidad o, según la interpretación de san Juan Evangelista, el juicio de Dios pertenece a la historia y está siempre presente, y consiste en la confrontación del hombre con Jesucristo, por su aceptación o su rechazo. Según la fe bíblica, el juicio de Dios es final y decisivo para los hombres, y está fuera de la historia. Es necesario para el triunfo definitivo de Dios sobre el mal. El modo como la venida del juicio está normalmente representado, preanunciado por catástrofes cósmicas, guerras, pestilencias y carestías, habría que entenderlo de forma simbólica, pues la realidad de este juicio -que no pertenece a la historia- no es, de por sí, comprensible.

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