La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Reino de los cielos

La expresión “Reino de los cielos”, frecuentemente usada en el Evangelio según San Marcos, es característica del modo de hablar judío del siglo I d.C., y substituye la expresión más común “Reino de Dios”. Este Reino, anunciado y predicado por Jesús, es el objeto de su buena nueva, y fue anunciado antes de él por  Juan Bautista. El anuncio afirma que el reino está cerca y que por este motivo hay que rezar. Este reino es un misterio que los hombres no comprenden, por lo que Jesús lo revela a sus discípulos. El bautismo es la condición necesaria para entrar en el reino. De todas formas, no está siempre claro en qué consiste propiamente este reino, por el cual un hombre puede vender todas sus riquezas, que impone deberes de amor y de perdón, en el que están contenidos el bien y el mal. A veces este reino parece identificarse con el mismo Jesús y con la comunidad formada por Él, la Iglesia.

Resurrección de los cuerpos

La antigua concepción hebrea del destino de los hombres hacía imposible cualquier idea de una vida en el más allá que no fuese una resurrección a la vida del mundo, con todo el cuerpo. Sólo durante la época de los macabeos, en el siglo II a.C., aparecen las primeras referencias a una resurrección a la vida o a la condena eterna.

Jesús confirmó a los saduceos la resurrección de los muertos, basándose en Moisés y las palabras que dirigió a Dios, que se le había manifestado en el zarzal ardiente. En el Nuevo

Testamento, la resurrección a una nueva vida tiene lugar en Cristo, que es el principio de la resurrección de los cristianos y de la eterna vida de gloria. El Padre, que ha resucitado a Jesús, resucitará a todos aquellos que hayan creído en él. Y esta resurrección no será una vuelta a las condiciones de la vida presente, sino a una vida del espíritu que, poseída por Jesús resucitado, es comunicada por él a todos los que creen en él. Cristo es el primero de los resucitados y todos los hombres resurgirán en él así como murieron en Adán.

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