La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Judit y Holofernes

Jdt 13, 8-10: “Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza. Después hizo rodar el tronco fuera del lecho, arrancó las colgaduras de las columnas y saliendo entregó la cabeza de Holofernes a su sierva, que la metió en la alforja de las provisiones.”

“… en la cual aparece el tronco de Holofernes, decapitado, mientras ella pone la cabeza, que está dentro de una cesta, sobre la cabeza de una sirvienta suya anciana, la cual, siendo alta de estatura, se inclina para que Judit pueda colocársela bien; y mientras ella (…) intenta cubrirla, gira la cabeza hacia el tronco (…) mostrando en la mirada el temor del campo y el miedo del muerto. ” (Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568).

Holofernes, general asirio supremo, había recibido la orden de atacar a los países que no habían obedecido las órdenes del rey Nabucodonosor, y habría destruido también Israel si en su camino no hubiese encontrado a Judit. Ésta era una joven viuda hebrea que, para salvar a su pueblo de la violencia de los enemigos, engañó al general enemigo con su belleza y docilidad y, tras embriagarlo, lo mató decapitándolo. Es fácil interpretar en este episodio bíblico una prefiguración del Mesías: Jesús, como Judit, vendrá sobre la tierra para salvar a su pueblo de la destrucción del pecado.

En la trompa de la entrada, situada encima de la represen­tación de la Última Cena, se nos presenta a Judit y Holo­fernes. Una vez más, Miguel Ángel, para poder proseguir su narración, tuvo que adaptar su representa­ción a una superficie triangular, a pesar de ser poco idónea por tener uno de sus vértices dirigido hacia abajo. Aprove­chó la parte inferior del gajo para interponer cierta distan­cia entre la escena y el observador, obtenida ilusoriamente pintando el suelo de color marrón terroso. Miguel Ángel vuelve a utilizar el tema de la punta del triángulo en el edi­ficio dispuesto diagonalmente y que, por carecer de lu­ces, se pierde en el fondo a la izquierda. A la derecha hay una apertura con las cortinas levantadas que nos permite ver el cadáver de Holofernes tendido sobre la cama. Judit, que se dispone a salir del lugar, mira hacia el edificio, cuyo material es difícil de reconocer, no sabemos si está cons­truido con tablas de madera o se trata de una tienda. Judit cubre con un paño la cabeza cortada de Holofernes, con­tenida en un plato que una criada lleva encima de la suya, y en el extremo izquierdo se esboza la figura de un centi­nela que duerme apoyado en su escudo.

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