La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

El profeta Joel

«Dios es Dios»

Jl 2, 19: “Respondió Yahveh y dijo a su pueblo: «He aquí que yo os envío grano, mosto y aceite virgen:
os hartaréis de ello, y no os entregaré más al oprobio de las naciones».”

“… éste, parándose, ha cogido un pliego que lee con toda atención y afecto; por su aspecto se sabe que se complace tanto con lo que lee, que parece una persona viva cuando está muy absorta en sus pensamientos”
(Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568).

 

El profeta Joel se encuentra, en la bóveda, a la izquierda de la Embriaguez de Noé; su unión con esta escena parece determinada por el símbolo de la viña. Efectivamente, el profeta había anunciado a Israel la destrucción de sus viñas y cosechas, como castigo divino por la infidelidad de su pueblo, al que sigue, sin embargo, una promesa de abundancia, signo de la misericordia de Dios. Es impresionante la expresión absorta y meditabunda de este anciano, despeinado por un viento que parece ser el del soplo de la sabiduría de Dios.

Como en el retrato de Zacarías, el rostro del profeta recuerda a un retrato, el de Bramante. Su cabeza redonda, frente alta y pelo blanco en las sienes nos permite reconocer también al Euclides de la Escuela de Atenas, de Rafael, que se encuentra en la Estancia de la Signatura. Bramante, por ser arquitecto pontificio, era el responsable directo de encargar las obras a Miguel Ángel. Sabemos que Bramante leía pasajes de la Divina Comedia de Dante al papa Julio II cuando éste se encontraba enfermo e inquieto en la cama.

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