Simbolismo de la Sibila Pérsica
En la ropa que vise la sibila Pérsica encontramos los colores del amor, la esperanza y la fe. Se halla sentada delante de Daniel, que vivió en el reino de los persas. El forro del manto de Pérsica es de color rojo encendido, mientras que su paño es de un color rojo pálido que se vuelve violeta claro en la parte de las rodillas. El vestido, sin mangas, es de color verde claro y lleva un cinturón dorado. La blusa es blanca, y el velo que envuelve los cabellos de la vidente, miope debido a su avanzada edad, es de un verde muy suave. Girada hacia la pared, lee un libro que acerca exageradamente a los ojos, y a su derecha, de pie, al fondo, vemos a los niños que en la capilla acompañan a todas las sibilas.
Uno de los niños se halla envuelto por una capa roja; por encima de sus hombros aparece el rostro de una joven, trazado con unas pocas pinceladas, que ha de representar la memoria; mientras el muchacho debe ser el intellectus, el intelecto, cuyos pensamientos se ven totalmente envueltos por el manto del amor. Procede de la joven. La Pérsica les da la espalda, por completo entregada a la lectura del libro, cuya cubierta es de un rojo más oscuro que el del manto del muchacho, una tonalidad que remite al forro del manto de la sibila. Aunque Pérsica tenga cierta dificultad para comprender el mensaje contenido en el libro, está totalmente rodeada por la fe, la esperanza y el amor, las tres virtudes teologales que unen a Dios.
Los niños atlantes, situados a derecha e izquierda de su sitial, son una vez más parejas de distinto sexo. Los atlantes entrecruzan sus brazos y se cubren uno y otro con un velo echado sobre su cabeza que les cuelga por detrás. Es probable que Miguel Ángel pretendiera que los niños jugaran a ser esposos.