La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

La Creación de Adán

Creacion Adan 01 OK Pfeiffer

 “Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.” (Gén 2, 7)

 “… donde ha representado a Dios llevado por un grupo de ángeles desnudos y de tierna edad, los cuales parecen sostener no sólo una figura, sino todo el peso del mundo…

… representado -en belleza, actitud y entorno- con tal calidad, que parece hecho también por el sumo y primer Creador, más que por el pincel y el dibujo de tal hombre.” (Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568)

 “ En el cuarto recuadro está ilustrada la creación del hombre, donde se ve a Dios con el brazo y la mano extendidos, como dando indicaciones a Adán de lo que debe y no debe hacer.” (Condivi, Vida de Miguel Ángel Buonarroti)

No cabe duda de que el panel más importante y más co­nocido de la bóveda de la Capilla Sixtina es el que nos presenta la Creación de Adán. Dios Creador ya no se encuentra en la tierra como en las escenas anteriores, sino que flota, en medio del bramido de la tempestad, y se, adelanta, desde la derecha, a un espacio concebido por el artista como profundo y vacío en su inmensidad, aproxi­mándose al desnudo Adán, que yace sobre un rincón de la tierra igualmente desnudo. Este pedazo de tierra, una pendiente que desciende trazando una ligera curva que va de arriba a la izquierda abajo a la derecha, está pin­tado de color verde, como si estuviera cubierto de hierba. Al igual que en la escena anterior, dedicada a la Creación de Eva, también aquí la pendiente está limitada por el agua azul.

La atención está completamente polarizada por las manos situadas en el centro de la escena, que se rozan sin tocarse, como concretando la idea de Dios, espíritu puro, que crea con el pensamiento. Emerge de esta escena toda la maestría compositiva de Miguel Ángel, que construye la figura de Dios Padre sobre un línea paralela tanto a las diagonales del rectángulo de la escena, como a la línea del terreno sobre el que reposa Adán.

De este modo, subraya el movimiento y vida del cortejo divino, al mismo tiempo que llena este instante de tensión y expectativa. El soplo de vida que Dios transmite a Adán alude al soplo vivificador del Espíritu Santo sobre la Iglesia en el día de Pentecostés.

·Simbolismo

·La interpretación Judía

·Galería

 

Comments are closed.