La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Los desnudos broncíneos

Desnudos bronce 01No resulta nada fácil interpretar las figuras desnudas que yacen por parejas en los gajos y trompas triangulares si no las relacionamos con las pinturas contiguas. Son del color del bronce, y entre cada uno de los dos componentes de la pareja se encuentra el cráneo de un carnero. Todas estas figuras, que se recortan sobre el fondo de una superficie violácea, están rodeadas por todos sus lados, pues Miguel Ángel las encajó entre la falsa comisa arquitectónica y el falso arquitrabe.

Si los jóvenes desnudos representan a las potencias espirituales, o sea, a los ángeles, podemos suponer que las figuras oscuras empotradas simbolizan a los ángeles caídos, o sea, a los demonios. Comprobemos esta hipótesis prestando atención a la actitud y los gestos de las figuras y relacionándolas con las escenas representadas en los correspondientes sectores de la bóveda.

En la primera sección de la bóveda, dedicada a las edades de plomo y de hierro y donde se representa el Escarnio de Noé desnudo y el Diluvio Universal, las figuras en bronce fingido se encuentran en posición de reposo, mientras que las figuras broncíneas situadas a la izquierda del Pecado original se miran a la cara recíprocamente. Sus compañeros, pintados en el lado derecho junto a la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso, descansan y parecen agotados tras haber realizado un arduo trabajo.

Desnudos bronce 02Sorprende la actitud de dos hombres desnudos representados a la izquierda de Adán en la escena de su creación, los cuales, apoyando con fuerza las piernas, intentan derribar las semipilastras pintadas con las parejitas de putti. Las dos figuras en bronce fingido del lado opuesto, donde Dios Padre ciñe a una mujer con el brazo, son del género femenino. Sus brazos parecen abrazar el cráneo del carnero, y para librarse de este apremio tienden violentamente el cuerpo hacia delante.

De una forma cada vez más evidente, se perfilan los antagonistas de Dios que intentan inútilmente conseguir que su propósito salvador fracase. No consiguen separarse del símbolo de la muerte ni derribar el edificio de la Iglesia. Al lado del panel de la Creación de las luces del firmamento (el sol y la luna), los demonios -así podemos llamarles- representados en los márgenes de la pintura parecen deslumbrados y dirigen la mirada hacia la pared violácea de su espacio.

También las dos últimas parejas, que se encuentran encima de la representación de la Muerte de Amán y la Salvación del pueblo de la mordedura de las serpientes, a ambos lados del trono del profeta Jonás, se hallan casi aprisionadas en estrechas celdas. Están presentes cuando Dios lleva a cabo la salvación de su pueblo, pero no pueden impedir dicha acción, actualizada mediante las promesas contenidas en el Antiguo Testamento.

·Galería

 

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