La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Los medallones de bronce en torno a 

La separación de la luz y las tinieblas

07- Medallones AbrahamSacrificio de Abraham

Gén 22, 9: “Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña. Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Entonces le llamó el ángel de Yahveh desde los cielos…”

El episodio, representado en el momento culminante de la acción, recuerda, por su composición, el mismo tema representado por Ghiberti en el artesón realizado para el concurso de 1401, para la puerta del baptisterio de Florencia. El sacrificio de Abraham ha sido siempre interpretado como una prefiguración del sacrificio de Cristo.

Es evidente que el versículo 9 -que en la versión latina de la Vulgata dice: «illo suspenso inter ceelum et terram»– condicionó la elección de estos episodios para representarlos en estrecha conexión con el fresco de la Creación del firmamento. Un firmamento que, de manera similar, se encuentra con un espacio vacío encima y otro debajo. El joven que aparece a la izquierda del tondo es una personificación del elemento tierra y el situado diagonalmente en el lado opuesto es una personificación del elemento aire. La encina ha de relacionarse con el escudo del papa Della Rovere. Según el capítulo vigesimosegundo del Libro del Génesis, Dios exigió de Abraham que sacrificara a su hijo para poner a prueba su obediencia. El tondo en el que aparece el Sacrificio de Isaac se encuentra exactamente encima de la Líbica, la sibila que representa a la esposa, es decir, a la Iglesia.

Desde los tiempos de Orígenes, en la teoría de los Padres de la Iglesia, se consideró a Isaac, a punto de ser sacrificado, el prototipo de Cristo, el Hijo a quien el Padre celestial, al contrario de cuanto hizo con Isaac, no ahorró el sacrificio. Cristo murió crucificado para obedecer al Padre y para purificar a la Iglesia, su esposa, del pecado. Según una antigua tradición, el sacrificio de Isaac tuvo lugar en el mismo monte donde luego se construyó el templo de Jerusalén. Y la Capilla Sixtina, como ya se ha dicho, tomó por modelo las proporciones internas del templo. Además, el altar construido por Abraham para sacrificar a Isaac representa el altar en el que se ofrece el sacrificio incruento de la Nueva Alianza. Miguel Ángel pintó expresamente este tondo cerca del altar de la capilla.

La obediencia de Abraham se contrapone a la desobediencia de los ángeles malvados que, de acuerdo con una antigua tradición, se apartaron de los demás en el momento de separarse la luz de las tinieblas. Isaac se encuentra en el altar del sacrificio, muy cerca de las manos del Dios Creador, que en el panel central de la bóveda separa la luz de las tinieblas, y a la vista de la esposa inmaculada, concebida en Dios y realizada en María.

06- Medallones Elias OK PfeifferElías sobre el carro de fuego

2 Re 2, 11: “Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino.”

Esta es la glorificación del profeta Elías, el único en la historia de la humanidad, junto a la Virgen y a Cristo, que subió al cielo también con el cuerpo. Los caballos que tiran del carro fueron añadidos en seco, probablemente por Aristotele da Sangallo.

Fue Dios quien cuando Elías llegó al final de su vida quiso llevarle al cielo en un torbellino. Por este motivo, Elías comunicó a su discípulo Elíseo que podía pedirle cuanto deseara antes de serle arrebatado. Según la versión latina de la Vulgata, Elíseo pidió: «… ut fiat in me duplex spiritus tuus» («que alcance el doble de tu espíritu», 2 R 2, 9), es decir, el doble del espíritu profético que cumplió tan grandes prodigios en Elías.

En la Glossa ordinaria esta demanda se interpreta de la siguiente manera: la Iglesia de Cristo implora al Señor un «doble espíritu», el del perdón de los pecados y el de poder hacer milagros. Elías respondió a Elíseo: «Cuanto me pides te será concedido si me ves en el momento en que seré arrebatado de tu lado» (2 R 2, 10). La Glossa ordinaria dice al respecto: si la Iglesia abre los ojos de la fe, acepta confiada la Pasión, la Resurrección y la Ascensión al cielo, entonces experimentará el efecto de esta petición. En el contexto de los frescos de la Capilla Sixtina, el Rapto de Elías al Cielo, representado en uno de los últimos tondos, realiza cuanto se expresa en esta promesa de la Glossa ordinaria. En efecto, las dos trompas dedicadas a la ejecución de Amán y a la erección de la serpiente de bronce sobre un palo ofrecen dos narraciones del Antiguo Testamento que remiten a la Pasión de Cristo. Jonás, el último de los profetas representados en la capilla, remite a la Resurrección del Hijo de Dios; el Rapto de Elías al Cielo constituye una referencia anticipada a la Asunción de María, como fue interpretada también en el fresco de Perugino que se halla encima del altar. Este fresco hubiera debido representar a la Inmaculada, pero Miguel Ángel lo eliminó para pintar su Juicio Final.

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