La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbología Jueces y Reyes

Cristo Juez arriba04El ángel que vuela por encima del brazo en alto de Jesús lleva el manto violeta de la penitencia alrededor de las piernas y se cubre la cabeza con una cofia azul celeste, color que en el fresco del Juicio Final remite siempre a la contemplación.

Sobre le aparece Raab, la prostituta de Jericó que ayudó a los israelitas. En el Evangelio de Mateo (Mt 1,5), Raab se menciona expresamente como uno de los antepasados de Cristo. Puesto que su consorte Salmón viste de blanco, es muy posible que Miguel Ángel pretendiera representar la relación entre la fe y el amor.

Su vestimenta es de color rojo pues hace referencia al cordón escarlata que colgó de la ventana de su casa para preservar a su familia de morir cuando la ciudad fuera tomada (Jos 2,18-21).

Una persona vestida de verde, a la que identificamos como Moisés por los cuernos que tiene en la cabeza, ocupa, por decirlo de algún modo, el lugar del profeta Natán. En efecto, situado muy cerca del rey David, Moisés le amonesta, alzando su dedo índice, por su adulterio con Betsabé. (2 S 12, 1-9: il. 155).

Cristo Juez arriba03bA la sombra del brazo del ángel que lleva el manto rojo y señala a Moisés con el brazo extendido, vemos a Noemí, acompañada por su esposo Elimelec, y sobre todo a Rut, la moabita, con Quilion, hijo de Noemí y primer marido de Rut, prematuramente fallecido (Rt 1, 2-5). También ocupa su lugar en la pintura la tercera de las mujeres presentes en las generaciones anteriores a la familia de Jesús (Mt 1, 5), a saber, la bisabuela de David.

Detrás de la pareja formada por Raab y Salmón pueden identificarse a otros antepasados de Jesús, como Aminadab y Naasón (Mt 1, 4), y detrás del ángel vestido de gris claro se hallan los progenitores de Jesé, padre de David. Jesé aparece a la derecha, detrás de Moisés y al lado de sus padres. David puede identificarse con claridad porque porta un gorro real y una especie de corona. Betsabé, que lleva una corona similar, se encuentra delante de David, acompañada por su hijo Salomón, que dirige la mirada hacia el Juez supremo.

También mira a Cristo un hombre vestido de rojo que lleva una especie de tonsura. La muchacha que vemos a su lado, con una corona de flores en la cabeza y la mirada puesta en él, no puede ser otra que la hija de Jefté, a quien su propio padre ofreció a Dios en un sacrificio cruento a raíz de una promesa hecha de una manera desconsiderada (Je 11, 30-39). La figura de Jefté, que viste de rojo, introduce un nuevo grupo del Antiguo Testamento, los jueces, que resultan muy apropiados en el Juicio Final.

No resulta difícil reconocer al juez Samuel, el último y posiblemente más significativo representante de este grupo, en la figura barbuda situada debajo de Jefté. A su lado, casi como antagonista de Cristo, en posición destacada y cubriendo sus caderas con idénticos colores, vemos a Josué, de quien Jesús tomó el nombre y quien llevó los israelitas a la «Tierra prometida».

Otras interpretaciones afirman que el ángel rubio vestido de rojo que aparece encima de la cabeza de Jesucristo, señala a dos hombres del circulo interior de los justos que serían judíos.

Uno de ellos hice el sombrero de dos picos que la Iglesia obligaba a llevar a los judíos para reforzar el prejuicio medieval de que los judíos, descendientes del Diablo, tenían cuernos. Y en cuanto al otro, el judío de más edad, realiza el mismo gesto que Noé en la bóveda de la Sixtina: levanta un dedo hacia arriba, para indicar la unidad de Dios. El otro judío lleva la redondela amarilla de la vergüenza, quela Iglesia obligó a lucir en público a los judíos en 1215. Delante de ellos, una mujer con el cabello cubierto de forma recatada, susurra algo al oído de un joven desnudo que tiene delante. El joven se parece al tutor de Miguel Angel, Pico della Mirandola, que tantos secretos enseñó al artista sobre el misticismo judio. Según las enseñanzas de la Iglesia tradicional, y tal y como queda claramente expresado en los primeros capítulos de El infierno de Dante, esta representación de los que gozan del favor divino raya la blasfemia. Los judíos jamás podrían pretender disfrutar de una recompensa celestial. Ni siquiera sus mayores héroes, como Moisés, Miriam, Abraham y Sara, podrían aspirar a algo mejor que el limbo. Pero aquí están, los judíos ocupan el centro de El Juicio Final de Miguel Ángel cerniéndose sobre la cabeza de Cristo.  De ser cierta esta interpretación, Miguel Ángel se habría atrevido en el siglo XVI, a tomar una postura respecto al asunto que contravenía la doctrina oficial de la Iglesia de su época. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que el artista decidiera representar en tamaño tan pequeño y tan confuso a los judíos residentes en el cielo.

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