Interpretación judía de
La Separación de las aguas
El tema del tercer panel lleva largo tiempo siendo debatido. ¿Representa la separación de las aguas de la tierra o, como Pico defendió, la separación de las aguas (aguas superiores de aguas inferiores), o la separación del firmamento superior del inferior? Independientemente de cuál sea la interpretación correcta, es evidente que el mensaje tiene que ver con el control de las aguas.
Aquí podemos descubrir otra idea que Miguel Ángel codificó ingeniosamente. El doctor Garabed Eknoyan, en su meticuloso artículo publicado en Kidney International, expone la teoría de que el artista podía estar ya sufriendo un problema renal (concretamente, un problema de ácido úrico, una enfermedad renal que acabaría produciéndole piedras en el riñón y el fallo renal que le provocaría la muerte años después). No podemos afirmar si fue una enfermedad genética que afectaba a la familia Buonarroti, o si fue el resultado de la fatigosa forma de vida mental y física que llevó el artista. Lo que si sabemos seguro es que estos problemas renales son debidos a una carencia de vitamina D, que suele ser resultado de una falta de luz de sol, falta de sueño y un exceso de calcio. Unos factores que tienen mucho que ver con la dura vida que llevó Miguel Ángel mientras estuvo trabajando en la bóveda de la Sixtina, pasando todo el tiempo encerrado, durmiendo y comiendo mal e irregularmente, y bebiendo agua de Roma, con alto contenido en calcio. Tanto si sufría ya problemas renales con 30 años como si no, Miguel Ángel estuvo siempre fascinado por la anatomía humana, una fascinación que lo había llevado incuso a realizar disecciones ilegales desde los 18 años. El doctor Eknoyan apunta que Miguel Ángel tenía que conocer las enseñanzas de Galeno sobre el funcionamiento de los riñones: sabía que su función era separar los desechos sólidos del organismo de los líquidos (orina). En este panel sobre la separación de la tierra firme de las aguas del mar, Buonarroti quiso rendir su tributo a Galeno y dar las gracias a aquellos que lo habían ayudado a obtener el prohibido dominio de los secretos internos del cuerpo humano. Si se observa con atención la capa de color púrpura real que envuelve la figura de Dios en esta escena, se distingue con claridad la forma y varios detalles del riñón humano.