Simbolismo de La Creación de Adán
Este pedazo de tierra, una pendiente que desciende trazando una ligera curva que va de arriba a la izquierda abajo a la derecha, está pintado de color verde, como si estuviera cubierto de hierba. Al igual que en la escena anterior, dedicada a la Creación de Eva, también aquí la pendiente está limitada por el agua azul; por lo tanto, también aquí están representados los tres elementos, tierra, agua y aire, mientras que el cuarto, el fuego, queda oculto en el cuerpo de Adán.
El color del fuego resalta notablemente en el manto de Dios que envuelve a las figuras desnudas que le acompañan. ¿A quiénes representan estas figuras situadas al lado de Dios? Están subdivididas en grupos que se relacionan de manera diversa tanto con el Creador como con Adán, recién nacido a la vida. Tres criaturas flotan por debajo del Creador. A ellas se añade un niño, pegado a su hombro derecho, tres criaturas más detrás del izquierdo, y otro grupo más, formado por otras tres, detrás de su brazo izquierdo, con el que abraza a una joven desnuda, mientras apoya su mano izquierda en el hombro de un muchacho.
La figura situada en el centro del grupo de criaturas que flotan por debajo del Creador tiene la piel oscura, se encuentra totalmente a la sombra de Dios y de la figura del muchacho que se aferra a él y, además, aparta el rostro de Adán para mirar hacia la oscuridad. Se diría que esta figura oscura no encuentra sostén en Dios. Su rodilla derecha se dobla formando un ángulo con la tierra donde yace Adán, que a su vez también dobla la rodilla izquierda. Detrás puede verse una segunda figura que cierra los ojos, y una tercera figura, que también forma parte de este grupo, está de espaldas y de sus hombros cuelga un manto verde que se agita hacia la derecha. Dios apoya su muslo derecho en el pecho y el brazo izquierdo de esta última figura. ¿Cómo debemos interpretar estas tres criaturas? La figura central, por el color oscuro de la piel y por cómo atisba las tinieblas, se diría que es el demonio. Lo mismo puede decirse respecto a la segunda, que tiene los ojos cerrados, pues los demonios no quieren tener nada que ver con la creación del hombre. Más difícil resulta explicar la tercera figura, la que lleva el manto verde flotando. ¿Acaso al emplear el color verde, el mismo color del suelo en el lado izquierdo del panel, Miguel Ángel pensó en el elemento tierra como fuerza espiritual que acompaña a Dios? El mismo manto pasa luego por encima de la rodilla izquierda de la mujer que Dios lleva bajo el brazo izquierdo. A través del nexo entre la figura masculina y la femenina creado por el empleo de una misma tela verde posiblemente se quiera hacer alusión a la idea de la pareja humana en Dios, de la que Adán y Eva representan la primera realización. La tela tal vez se refiera al elemento tierra, del que procede Adán, y asimismo Eva, a través de él.
Los dos grupos de tres figuras que aparecen por encima del hombro izquierdo de Dios y detrás de su brazo izquierdo, que suman por lo tanto seis, probablemente aluden a los seis ángeles, fuerzas espirituales que presiden los seis días de la creación. Aún queda por interpretar el significado de los dos muchachos. Uno de ellos se encuentra en estrecho contacto con el costado derecho de Dios; el otro, que vemos en el extremo derecho, abraza la rodilla izquierda de la figura femenina y se gira hacia la derecha demostrando sufrimiento.
La larga barba y el pelo gris confieren al rostro de Dios un aspecto paternal, y posiblemente el muchacho que se encuentra más cerca de él representa al Hijo. Estamos ante la presencia, por lo tanto, de toda la Trinidad, porque el hálito de viento que hincha el manto rojo oscuro que abraza por los hombros a todo el grupo que flota en el aire representa indudablemente al Espíritu Santo. De acuerdo con la doctrina tradicional de la creación, en un solo y mismo acto creativo intervienen las tres personas del Dios uno y trino. Esta representación totalmente nueva que Miguel Ángel dio de la Trinidad a buen seguro no se libró de las críticas, pero éstas se expresaron mediante un elocuente silencio. Es probable que le dejaran actuar con completa libertad.
Pero ¿quién es el segundo muchacho, que se determina por su relación con la figura femenina que, como ya hemos visto, representa a un mismo tiempo la idea de mujer y de esposa en Dios? Con el enlace del joven a esta figura femenina se asocia la idea de maternidad. La figura masculina que se encuentra debajo de la pierna derecha de Dios, la mujer ceñida por su brazo izquierdo y el niño, todos juntos simbolizan la idea de la familia. El hombre, mejor dicho, la idea de hombre, no se relaciona únicamente con la mujer a través de la tela verde, pues su pie derecho, que pasa por debajo de las piernas de la figura de Dios, roza levemente al niño, añadiendo al grupo esta tercera persona, necesaria para completar la familia.
Pero Miguel Ángel nos presenta otros dos detalles que debemos explicar. Con su mano izquierda, y para ser más exactos con el pulgar y el índice, con los que dibuja una figura parecida a los brotes del árbol de la vida en la escena del Pecado original, Dios se apoya sobre el hombro del muchacho, que aparta la mirada de él con expresión de dolor. Estos dos detalles deben interpretarse desde un punto de vista teológico. La mano izquierda de Dios alude a un texto de Gioacchino da Fiore, ya citado en el apartado dedicado a los frescos de los antepasados de Jesús, en el que se lee: «Durante su pasión él se sometió, por decirlo de algún modo, a la mano izquierda del Padre, para que nosotros pudiéramos ser salvados por la Pasión y tocados por la mano derecha de Dios». En su fresco Miguel Ángel ilustró literalmente este texto. El primer muchacho representa a la segunda persona de la Trinidad, y el segundo, la Encarnación del Hijo y la Redención de la humanidad a través de él.
También puede darse otra interpretación a la figura de la mujer ceñida por el brazo izquierdo de Dios Padre. En la idea de mujer no sólo está comprendida Eva, sino también María, la única realización verdaderamente pura de la idea de mujer en Dios. Éste era el auténtico significado originario de immaculata conceptio, realizada primeramente en Dios y sólo después en el seno de Ana, la madre de María. Incluso para los teólogos modernos la teología expresada por los frescos de Miguel Ángel podría revelarse esclarecedora, ya que el artista, intuitivamente consiguió imaginar la verdad mucho más de lo que a menudo consigue captarla el pensamiento deductivo. Podríamos ir incluso más lejos. En la idea divina de familia, el hombre y la mujer sólo están unidos por la faja verde, sus cuerpos no se tocan. Probablemente Miguel Ángel se propone expresar que también María, Jesús y José, la Sagrada Familia, se hallaban siempre juntos en el pensamiento de Dios.
Prestemos una vez más atención a la figura oscura que al parecer representa el demonio. Este parece volverse hacia la oscuridad, pero si seguimos atentamente la dirección de sus ojos veremos que mira, por debajo de la figura de Dios Padre, en dirección a la mujer que ha encontrado en María su plena realización. Es como si el demonio quisiera acecharla, pero ella se aferra al brazo izquierdo del Padre, a la dolorosa idea de Redención en la que permanece encerrada. El proyecto de la Pasión pesa sobre el Hijo hecho hombre que, en el fresco, se aferra a la rodilla izquierda de su madre. La mano derecha de Dios, llena de energía dispensadora de vida, roza con la izquierda relajada de Adán. Con un mismo gesto se expresa no sólo la idea de la primera creación, sino también la de una nueva creación a través de la Redención.
Hasta ahora a los intérpretes se les había escapado este segundo aspecto del fresco más famoso de Miguel Ángel. Por el contrario, el texto de Gioacchino da Fiore, a propósito de la mano izquierda del Padre, había quedado perfectamente impreso en la excelente memoria del artista. Así, al cruzar las manos Jacob, en la bendición se apoya sobre su hijo mayor, Manasés, con la mano izquierda, y, con la derecha, a favor de todos nosotros, es decir, sobre Efraín. Miguel Ángel debió de conocer el texto a través de un teólogo pontificio cuando se disponía a pintar a los hijos del José del Antiguo Testamento en la luneta que se halla a la derecha de la pared de la entrada de la capilla.