La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbolismo Cristo Juez

Cristo juez 03BLa imagen de Cristo difería del modelo habitual, ofreciendo a la mirada del espectador una imagen que se corresponde plenamente con una divinidad pagana. De esta forma, el simbolismo de la imagen es completamente distinto al que se le venía atribuyendo dentro del ámbito religioso, ya que no pretende reproducir la figura divina de Cristo, sino una imagen que la sustituya y transmita al espectador ciertas características espirituales y no físicas. No estamos en condiciones de aclarar cómo pudo suceder esto a unos cien metros de la capilla en la que se veneraba la imagen de Cristo impresa en el lienzo de la Verónica. El Juez supremo de Miguel Ángel responde al escepticismo del artista respecto a la autenticidad de la «Verónica», una imagen de Cristo grabada en una tela que ha sido meta de peregrinaciones para los creyentes de todo el mundo.

Cristo lleva un manto de color violáceo que cubre su espalda y envuelve con soltura su hombro izquierdo y sus muslos. Con el tono violeta Miguel Ángel debió de pensar en la púrpura real o en el color de la penitencia. Las heridas todavía abiertas de las manos, los pies y el costado apenas se insinúan.

A Cristo se le solía representar en el Juicio Final ajeno a las emociones, pero Miguel Ángel descartó la tradicional fisionomía madura del Salvador, con barba y larga melena. En su lugar prefirió otra más juvenil, con el rostro afeitado y la cabellera ondulada, que se inspira en el famoso Apolo Belvedere, entonces, como ahora, en las colecciones pontificias. Aunque esta referencia al dios pagano del sol le valió a Miguel Ángel la cólera de posteriores detractores, su verdadera intención no era otra que obtener un Cristo más bello, radiante y pleno de gracia; de hecho, era un lugar común en el Renacimiento entender la figura de Apolo como una prefiguración clásica de Cristo. En la medida en que Cristo reúne en sí toda la historia del hombre de Adán en adelante y la conduce a su final, la religión y el mito clásico se subsumen en su persona, transformándose en el Juicio Final en el nuevo y verdadero sol iustitiae.

Para subrayar su gracia y su brillo apolíneos, Miguel Ángel sustituyó la tradicional gloria de ángeles y la aureola geométrica que suele rodear a Cristo por una simple luz trasera de color amarillo que adopta la forma y el tamaño de las ventanas tapiadas que había en el muro. De esta manera creó una nueva ventana espiritual -cuya materialidad resultaba imposible bajo la ménsula que sostiene las pechinas de la bóveda-, a través de la cual, alzándose místicamente por el oeste, brilla el sol del primer día de la eternidad.

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