Simbolismo del Profeta Joel
El significado de su nombre -«Dios es Dios»- nos indica vincular todo lo existente en el mundo material con el mundo espiritual, para recordar que detrás de todo lo que percibimos con nuestros cinco sentidos, siempre está Dios.
El profeta Joel lleva una vestimenta penitencial violeta que llega hasta el suelo y una capa roja que se apoya en sus hombros y le cubre las rodillas. La vestimenta tiene un alzacuello verde; una estola le cruza el pecho desde el hombro derecho hasta la cadera izquierda, y una faja blanca le sirve de cinturón. Está leyendo un pergamino desenrollado en su mayor parte, y podemos suponer qué su persona representa el intellectus, el intelecto.
Si observamos el fresco de izquierda a derecha, en el extremo izquierdo vemos la figura desnuda de un niño que asoma por detrás del hombro derecho del profeta. Está de pie y da la espalda a la pared, y se ha interpretado hasta ahora como una representación de la memoria. En el extremo derecho, inmediatamente detrás del hombro izquierdo de Joel, vemos una segunda figura, con el brazo y el índice extendidos hacia el primer niño, que se encuentra detrás de la espalda y la nuca del profeta. Ambos son indudablemente niños. El viento, que sopla de derecha a izquierda, mueve los cabellos de las tres figuras. El niño situado en el extremo derecho, que probablemente simboliza la voluntad, lleva debajo de su brazo izquierdo un grueso libro con la cubierta verde y se gira hacia la figura que representa la memoria.
Los atlantes niños están de pie uno junto al otro y parecen sostener la cornisa con las manos, lo mismo que niños que acompañan a la Délfica, de los que sólo se diferencian porque en el fresco del profeta las dos niñas miran hacia abajo, en dirección al pergamino que Joel está leyendo, y los niños dirigen su mirada hacia otra parte.
¿Qué está leyendo el profeta? Probablemente aquel pasaje de su libro al que el mismo Pedro se refirió la mañana de Pentecostés: «Y en los últimos días derramaré mi espíritu por encima de toda carne y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…» (Jl 3, 1; Hch 2, 17s). Joel poseía grandes dotes oratorias y predicaba la penitencia: «Por lo tanto -dice el Señor- volved a mi de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos» (Jl 2,12). Posiblemente por eso Miguel Ángel le asignó la vestimenta violeta de la penitencia, como le asignó la capa roja que remite al espíritu del amor. El alzacuello y la cubierta del libro son del color verde de la esperanza y se hallan en contacto con la capa.
Al contrario de cuanto hizo con el profeta Zacarías, Miguel Ángel representó a Joel mientras lee su propio mensaje en el rollo. No sólo hojea el libro, sino que no da señales de entender el mensaje. El artista se sirve de esto para indicar el triple juego de las fuerzas del alma, encerradas en un movimiento circular. Sólo los ojos del niño que representa la memoria se ven ligeramente cubiertos por la sombra, conservándose de esta manera el carácter misterioso del mensaje.
Para la tradición judía, Joel es Yesod, el vínculo con nuestro sentido de la espiritualidad.