La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Simbolismo Judit y Holofernes

Dos cosas lla­man inmediatamente la atención: la pacífica, noble y enorme cabeza de Holofernes, y el curioso tocado de Judit, adornado con perlas. El único rostro visible, además del de Holofernes, es el de la criada, representado de per­fil y engarzado casi forzadamente entre su antebrazo dere­cho y el izquierdo de Judit.

La cabeza de Holofernes recuerda la de Miguel Ángel. La vestimenta de la criada pasa del color amarillo al verde su­cio, color que suele indicar el pecado. El rojo anaranjado de la saya, parecida a una casulla, es apagado, y su forro in­terior, que podemos entrever, es del color violeta de la pe­nitencia. La faja azul que ciñe esta saya por debajo del pecho presenta un brillo opaco. De forma muy distinta res­plandece la saya de Judit, que cambia del blanco al verde. Su camisa es de seda azul sostenida por una hombrilla de un amarillo intenso brillante. La cofia, bien adherida a los cabellos, es azul como la camisa. Una faja roja ciñe la figu­ra de Judit, y otra faja cruza diagonalmente su espalda y su hombro derecho, como la estola de un diácono. Una faja parecida, de color rosa, corta horizontalmente el collar de perlas de su cofia de cintas trenzadas. Su tocado y el azul y el blanco, dominantes en sus vestiduras, la caracte­rizan como esposa. De esta manera, en el conjunto general de los frescos de la capilla, estas dos mujeres pueden pa­rangonarse a las dos hijas de Jetró, suegro de Moisés, que fueron pintadas por Botticelli en tiempos del papa Sixto IV. Estas dos mujeres representan a la esposa pecaminosa y a la esposa pura del Cantar de los Cantares. Al observador no le está permitido ver el rostro de la esposa pura, que repre­senta a la Iglesia y remite a María y su Inmaculada Concep­ción, tal como estaba previsto por Dios, porque las cosas más hermosas quedan ocultas en el interior (Ct 4,1).

En la teología medieval, Holofernes representa al diablo vencido por la Inmaculada Virgen María, la nueva Judit. ¿Es posible que Miguel Ángel fuera tan audaz como para caracterizar con sus colores a la criada como compañera pecaminosa de la esposa y de identificarse él mismo con Holofernes, es decir, con el diablo? En el plato que la criada lleva en la cabeza suele verse la cabeza de Juan Bautista. ¿Se pretende aludir a ambos episodios contem­poráneamente? La representación es ambigua, pues, según el libro de Judit, la sierva recibe la cabeza decapi­tada y la mete dentro de una bolsa (Jdt 13, 11), mientras que la cabeza del Bautista fue entregada a Salomé en un plato, que ésta a su vez dio a Herodías (Me 6, 25-28). Por lo tanto, en esta trompa se produce un hecho muy curioso, ya que el cadáver del cubículo es el de Holofernes, pero la cabeza del plato es la del Bautista.

En el quinto libro de la Concordia, Gioacchino da Fiore se ocupa ampliamente de Judit, a la que considera una ima­gen anticipada de la resurrección de Cristo. Entre otras cosas, observa que Judit separó la cabeza de Holofernes de su cuerpo porque el género humano, cuya cabeza es el diablo, sólo podía salvarse de sus pecados separándolo de su malvada cabeza, y en consecuencia haciéndole morir en el bautismo para que pudiera vivir con Cristo.

En la composición del fresco que Miguel Ángel pintó en esta trompa, encontramos un nuevo principio estructural consistente en presentar motivos iconográficos formal­mente parecidos, pero antitéticos en lo tocante a su conte­nido. Dicho con otras palabras: Judit todavía pertenece a Holofernes, pero la criada ya es Salomé con la cabeza del Bautista. Esta forma de composición se justifica en las analogías de tipo estructural que se encuentran en la lite­ratura de Gioacchino da Fiore. De esta manera, con el es­trechísimo y recíproco enlace de motivos opuestos, se estimula al observador para que reflexione.

En el quinto libro de la Concordia no se relaciona a Judit con Juan Bautista, aunque sí se hace en el contexto relati­vo a la historia de Ester. En efecto, en el último libro de la Concordia se comparan cuatro figuras del Antiguo Tes­tamento con los cuatro evangelistas y con acontecimientos clave del Evangelio de Jesucristo. Judit se convierte así en tipo del Evangelio de Marcos y en una figura que nos re­mite a la resurrección de Cristo de entre los muertos. El li­bro de Ester corresponde al cuarto Evangelio de Juan y remite a la ascensión de Jesús a los cielos. Pero desde los tiempos de Juan el reino de los cielos sufre violencia,y Juan fue el precursor, antes de ser invitado al banquete por Cristo.

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