La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Manasés y Amón

(oblibiosus e fidelis uel nutricius: olvidado y fiel o hermano de leche)

2 Re 21, 1-2: “Manasés tenía doce años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jefsibá. Hizo lo que es malo a los ojos de Dios, imitando las prácticas horrendas de la gente que el Señor había echado ante los israelitas.”

2 Re 21, 19-22: “Amón tenía veintidós años cuando subió al trono, y reinó dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Mesulémet, hija de Jarús, de Yotbá. Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, como su padre Manasés. Siguió los caminos de su padre y adoró a los ídolos que había adorado su padre. Abandonó al Señor, Dios de sus padres, y no siguió sus caminos.”

La mujer situada a la izquierda, que con un pie mece dulcemente al pequeño en la cuna, mientras observa con gran amor al hijo que tiene en brazos y que parece que se esté durmiendo con una canción de cuna, debería ser Mesulémet, la madre de Amón, que fue más tarde un pésimo rey. Es probablemente debido a este presentimiento que la mujer le dedica tanto amor. Esta bellísima figura femenina lleva en la cabeza un complicado tocado sujeto por un velo de matices blancos, azules y violáceos.

En la parte derecha de la luneta, se ve a un hombre maduro, profundamente dormido. Se trataría de Manasés, el personaje del que la Biblia nos dice que en su juventud hizo “el mal a los ojos de Dios” y que por eso ahora, ya anciano, está lleno de remordimientos.

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