La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

David y Goliat

Sam 17, 50-51: “Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y lo mató sin tener espada en su mano. Corrió David, se detuvo sobre el filisteo y tomando la espada de éste la sacó de su vaina, lo mató y le cortó la cabeza.”

“David, con esa fuerza pueril que puede más que la vivacidad de un gigante, cortándole el cuello, asombra a algunas cabezas de soldados que están alrededor del campo.” (Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568).

Durante la guerra entre Israel y los filisteos, el gigante Goliat desafía al ejército hebreo para que uno solo de entre ellos se bata en duelo con él, el vencedor determinaría la victoria del ejército al cual pertenece. La empresa parece imposible, y sólo un joven acepta el desafío. El pequeño David, armado solamente con una honda, pero sostenido por la fuerza de Dios, abate al gigante y libera a su pueblo de la opresión de los enemigos. Éste es un episodio famoso del Antiguo Testamento, con varias claves de lectura, pero incluido aquí por Miguel Ángel en su significado de prefiguración de la acción salvadora de Cristo en la historia del mundo. Nótese la capacidad del artista de aprovechar un espacio infeliz como esta albanega subrayando, incluso a través de la tienda del campamento, el eje central de la composición, situado donde se hallan los protagonistas.

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