Isaías
«Dios es mi salvación»
“Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados.” (Is 53, 5)
“… éste, absorto en sus pensamientos, tiene una pierna encima de la otra y reposando una mano dentro del libro como señal de lectura, ha posado el codo del otro brazo encima del libro y, apoyando la mejilla en la mano, llama a uno de los ángeles que tiene detrás, girando la cabeza sin deformar nada del resto…” (Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568).
El profeta Isaías se halla sentado en un trono de mármol frente a la sibila Eritrea. El profeta, todavía joven y con los cabellos encrespados y plateados, acaba de leer el libro que sostiene en su mano izquierda, entre cuyas páginas introduce el meñique, indicando que alguno de sus pasajes le perturba en lo más íntimo. Difícilmente puede tratarse de un pasaje que no sea el siguiente: «He aquí que la virgen concebirá y parirá un hijo, al que llamará Manuel (Dios con nosotros)» (Is 7, 14). A juzgar por el número de páginas separadas, es muy probable que el meñique indique este texto del Libro del profeta Isaías.
Fue él quien alertó de las horribles derrotas y sufrimientos que los judíos tendrían que soportar, pero también les animó a mantener la fe. En este panel, Miguel Ángel pintó dos putti con mirada ansiosa, uno de los cuales señala hacia atrás en dirección a Jerusalén y su templo, destruidos. Isaías parece estar escuchando sus tristes noticias, pero no cierra el libro del todo, sino que conserva el punto donde estaba leyendo, pensando en un futuro en que volverá a abrirlo.