Daniel
«Dios ha juzgado»
“Pero voy a revelarte lo que está consignado en el Libro de la Verdad. Nadie me presta ayuda para esto,
excepto Miguel, vuestro Príncipe, mi apoyo para darme ayuda y sostenerme.” (Dan 10, 21)
“No se puede pensar en añadir nada a la excelencia de la figura de un joven, llamado Daniel, el cual, escribiendo en un gran libro, extrae ciertas cosas y las copia con una avidez increíble; y para sostener ese peso, le pintó un ángel entre las piernas, que lo aguanta mientras él escribe…” …” (Giorgio Vasari, Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568)
Daniel fue uno de los más bellos e inteligentes jóvenes secuestrados por Nabucodonosor cuando éste conquistó el antiguo Israel y llevó a la nación hacia el exilio babilónico. Tal y como queda descrito en Daniel, 5,1-28, en el transcurso de un orgiástico banquete celebrado en el palacio del rey, los paganos utilizaron los recipientes sagrados robados del Templo de Salomón como platos para la comida. Dios escribió en la pared, por encima de sus cabezas: Mene Mene Tekel Ufarsin. Daniel, el único capaz de interpretar estas palabras, informó al tirano Nabucodonosor de que Babilonia había sido pesada en la balanza celestial y había resultado deficiente. Poco después, el malvado régimen fue derrocado y el pueblo judío regresó a su Tierra Santa.
El profeta parece haber sido retratado en el mismo momento en que recibe el anuncio profético del Juicio Final, cuando el Señor Dios de Israel le dice “Yo te aclararé lo que está escrito en el Libro de la Verdad”, el mismo del cual parece que el profeta tome notas. El “Libro de la Verdad” pesa tanto que uno de los asistentes ha venido a ayudarle y le sirve como atril.
En comparación a los profetas pintados con anterioridad por Miguel Ángel (Zacarías, Joel y la Sibila Eritrea, por ejemplo), aquí el color usado para crear y modelar las formas alcanza efectos de gran maestría e impecable ejecución.