La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

Apóstoles y Discípulos

Juicio FInal centro 16Algo apartado de la figura de Josué, el pintor coloca ante los ojos del espectador al grupo de los apóstoles y discípulos del Señor, a los que podemos identificar basándonos en breves consideraciones. En primer lugar, sorprende que no exista unanimidad en cuanto a la gigantesca figura que se halla detrás de Pedro, ya que al lado de Pedro sólo puede estar su hermano Andrés, mientras que el joven atlético que se encuentra en el lado izquierdo no puede ser otro que Juan, el discípulo predilecto de Jesús. Muchos autores identifican a esta figura con San Pablo, pues es habitual que en las representaciones del Juicio Final, estos apóstoles aparezcan juntos como cofundadores de la Iglesia. La mujer que se encuentra detrás de él, vestida de violeta, es Salomé, su madre, que pidió a Jesús el privilegio de que sus hijos Juan y Santiago se sentaran a derecha e izquierda del Señor en el reino de los cielos (Mt 20, 20-23).

El Juan de Miguel Ángel no se deja intimidar por la tremenda condena, como sí les ocurre en cambio a su madre y a su apóstol Santiago, que, asustado y situado en la misma posición que tiene Zacarías detrás del Bautista se oculta tras las piernas de Pedro y Andrés. La mujer joven, cuya vestimenta es del color verde amarillento del pecado, atemorizada también por el juicio condenatorio probablemente sea María Magdalena, mientras que las otras dos figuras femeninas no resultan fáciles de identificar.

La cabeza de la muchacha que aparece detrás de Andrés tal vez pertenezca a Petronila, la hija de Pedro, conocida a través de la tradición. La mujer que permanece de pie en la sombra, cuya cabeza puede verse detrás de Andrés y Pedro, podría ser la suegra de éstos, que fue curada por Jesús (Mt 8,14s).

Pedro hace entrega al Juez de sus famosas llaves, la de plata en la mano derecha y la de oro en la izquierda, que a partir de este momento ya no servirán para nada. Juan, viendo el brazo levantado del Señor en ademán condenatorio, no retrocede. En efecto, en una de sus epístolas escribió: «…en el amor no hay temor…» (1 Jn 4,18). Delante de Juan Evangelista vemos a Bartolomé, sentado en una nube, que con la mano derecha tiende hacia Jesús el cuchillo de su martirio y con la izquierda sostiene su propia piel desollada (il. 144, 145,168). Es sabido que el rostro representado en esta piel es el autorretrato de Miguel Ángel. Pero en cambio se discute la interpretación del rostro del mártir. Muchos han pensado, posiblemente inducidos por una tradición oral, que Miguel Ángel atribuyó al apóstol los rasgos de su adversario Pietro Aretino.

AUtorretrato Miguel AngelSabemos, en efecto, que el Aretino se ofreció a Miguel Ángel como organizador del programa de la pintura y que éste rechazó su ofrecimiento porque quiso planear y establecer por sí mismo el contenido del fresco. Molesto y ofendido, el Aretino le acusó de homosexual, por lo que, no puede excluirse que para vengarse, Miguel Ángel le pusiera a Bartolomé el rostro de aquel famoso lenguaraz. El hecho de representar su propio rostro en la piel del mártir puede significar que el artista se sintió como desollado por el Aretino. Sólo una personalidad como Miguel Ángel podía proceder de esta manera tan peculiar.

Entre Bartolomé y Juan Evangelista se encuentra la cabeza de un hombre que mira hacia los parientes de Jesús. Viste el manto amarillo azafrán del discernimiento espiritual y se halla situado a los pies del Juez supremo. Detrás de Lorenzo con su parrilla, hace pendant con él una figura femenina que se encuentra a los pies de María y también viste de color azafrán. La igualdad en el color de las vestimentas nos indica que ambos se pertenecen mutuamente, y el hecho de que se encuentren muy cerca de Cristo y María nos lleva a concluir que se trata de Joaquín y Ana, los progenitores de María.

Según la tradición, también relatada en la Legenda Aurea, ambos llegaron a una edad avanzada sin tener hijos, y recibieron el consejo de repartir su patrimonio en tres partes; un tercio para el templo, otro para los pobres y el tercio restante para ellos. La concepción de María se produjo, precisamente, después de que realizaran ese acto de generosidad. Esta debió de ser la razón por la que Miguel Ángel les atribuyó la vestimenta color azafrán del discernimiento espiritual.

·Simbología

·Galería

 

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