La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

El Pecado Original y la Expulsión del Paraíso

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Gén 3, 6-8; 3, 17: “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos… Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él alimento todos los días de tu vida».”

 “… y se ven él y Eva expulsados del Paraíso; donde, en la figura del ángel aparece con grandeza y nobleza la ejecución del mandato del Señor airado, junto al miedo a la muerte…” (Giorgio Vasari,  Vida de Miguel Ángel Buonarroti, florentino, 1568)

Esta escena, ocupada en toda su altura por las importan­tísimas figuras de Adán y Eva, la serpiente y el querubín, se reduce a lo esencial. El árbol de la ciencia es una higuera alrededor de la cual se enrosca la serpiente, que en la parte superior de su cuerpo se convierte en una mujer desnuda como Eva y tan parecida a ella que se di­ría su, hermana. El árbol, símbolo claro de la Cruz, divide en dos el desarrollo de la escena: por un lado el pecado original, y por el otro la expulsión. Salta enseguida a la vista que en esta representación no aparece Dios.

El único elemento que nos indica la sucesión entre las dos escenas es el cambio físico de los protagonistas, a la izquierda espléndidos en su perfección corporal, a la derecha envejecidos y destrozados por el pecado. La belleza del cuerpo era para Miguel Ángel signo externo de la perfección espiritual, por lo tanto el mensaje es evidente: el pecado es la verdadera causa de los males del hombre. También el paisaje cambia de una parte a otra del fresco: el frondoso árbol y el movimiento sugerido por las rocas en el Paraíso, y un páramo desolado y absolutamente despojado en el lugar del castigo. La  serpiente tiene la apariencia de una mujer cuyos enormes anillos rodean el árbol, como si quisiera substituirlo, subrayando la fuerza sutil y persuasiva del mal. El elemento más dramático está representado por ese tronco seco que parece nacer del cuerpo de Eva, simbología evidente de la experiencia de la muerte que, con el pecado, entra en la historia.

·Simbolismo

·La interpretación Judía

·Galería

 

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