La Capilla Sixtina

«Santuario de la teología del cuerpo humano» (Juan Pablo II)

El ciclo pictórico florentino

La idea de Sixto IV era crear una versión renacentista de las basílicas romanas. Además, en la capilla grande la corte pontificia se reúne para realizar unas cincuenta celebra­ciones litúrgicas cada año, con la participación del Papa. Muchas más de las que se hacen en San Pedro. Terminada la construcción, Sixto IV, «un viejo que tiene prisa», ordena un ambicioso programa de decoración del interior.

Las primeras historias pintadas en las paredes de la Capilla Sixtina ilustran un pensamiento teológico que Sixto IV amaba y que fue expresado por el pontífice, cuando todavía se llamaba Francesco della Rovere, en un opúsculo titulado Nuestro Moisés es Cristo.

Moisés, el patriarca hebreo que liberó Israel de la esclavitud en Egipto prefigura a Cristo que libera a todos los hombres de la esclavitud, de la muerte y del pecado. De este modo, la historia de la Humanidad fue representada, en una breve síntesis, en las dos grandes eras en que se divide, antes y después de la venida de Cristo: el reino de la Ley y el reino de la Gracia.

Las historias descritas en la pared izquierda narran la vida de Moisés, el profeta que en nombre de Dios, libera al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y lo guía hacia la Tierra Prometida.

Éstos son los acontecimientos que encontramos en los primeros libros de la Biblia y que siempre han sido interpretados tanto como el recorrido del pueblo elegido, como el camino que todo hombre recorre durante su propia vida. En el contexto ideológico y político de finales del siglo XV, estos episodios adquieren un valor diferente.

Abajo, un zócalo muy alto con falsos cortinajes sirve de marco a una serie de escudos de la familia Della Rovere, a la que pertenecía Sixto IV. Arriba, entre las ventanas, siguiendo la tradición paleocristiana y medieval, están representados los treinta primeros pontífices en trajes pontificales, en elegantes hor­nacinas.

En ese momento histórico se acentuaba particularmente la figura del papa, jefe absoluto de la comunidad de los creyentes, según la fe que la Iglesia ha profesado siempre, contra cualquier otra interpretación. De aquí el papel principal concedido a la figura de Moisés, representado como el guía y el legislador, precursor del mediador y profeta por excelencia, Jesucristo.

Frente a las historias de Moisés, en la pared derecha de la Capilla Sixtina, están representados algunos episodios de la vida de Cristo, el nuevo profeta del que Moisés es sólo la imagen. Cristo es, efectivamente, el auténtico mediador de la salvación, el nuevo Moisés, el que libera definitivamente a la humanidad de la esclavitud del pecado y lleva a los elegidos a la plena y total reconciliación con Dios.

De estas historias nace la idea de que el lugar en el que es visible el signo de la reconciliación entre Dios y el hombre es, y solamente puede ser, la Iglesia; y que su vértice carismático e institucional, su efectivo centro de unidad es el Sumo Pontífice.

Jesucristo en persona ha comunicado a Pedro, el primero de los papas, su misma autoridad moral. Por ello, la figura de Pedro, en los recuadros cristológicos, se destaca constantemente entre la de los otros apóstoles, y es éste el motivo de la importancia del fresco Entrega de las Llaves, símbolo del poder espiritual y temporal dado al príncipe del colegio apostólico.

 

1– La Primera Bóveda

2– Las Paredes

3– Galería de Papas

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