Las Pechinas
La fuente en la que bebió Miguel Ángel para crear estas composiciones es la Concordia Novi ac Veteris Testamenti de Gioacchino da Fiore. Su lectura nos permite conocer su verdadero contenido.
Estos cuatro frescos de las trompas atestiguan un programa unitario de la bóveda de la Sixtina. Es casi seguro que las dos pinturas situadas encima de la pared de la entrada, en las que se representan a David y Goliat y a Judit, se realizaron al principio de la actividad desarrollada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, mientras que las situadas encima de la pared que hay detrás del altar, que representan la Historia de Ester y de la Serpiente de bronce, se hicieron al final. El espacio de tiempo comprendido entre el principio y la conclusión de la obra abarca desde los últimos meses de 1507, momento en que Miguel Ángel inició los trabajos, hasta el 14 de agosto de 1512, fecha en que los terminó.
A propósito de su contenido, Miguel Ángel aplicó principios compositivos propios desconocidos hasta aquel momento. El color también tiene un valor iconográfico, ya definido en los frescos del siglo XV existentes en la capilla.
En las trompas de la capilla el pintor desplegó toda su habilidad artística, que se capta plenamente a partir de las interpretaciones alegóricas de las historias bíblicas representadas, pues no pintó los distintos episodios, sino que proporcionó su clave interpretativa apoyándose en los Padres y teólogos medievales. En todo ello desempeñan un importante papel las preferencias cromáticas, los gestos y las relaciones recíprocas entre personas y objetos. Así, por ejemplo, la espada con la que David corta la cabeza a Goliat, parece descender de la parte superior de la tienda, que constituye el fondo de la escena y recuerda, aunque sólo sea por el color amarillo dorado de la parte de arriba, la tienda celeste. La compañera de Judit nos recuerda a Salomé, y a un observador atento la cabeza cortada que lleva en el plato le recuerda la de Juan Bautista. Otros temas parecidos, que también deben interpretarse de manera antitética, se entrelazan unos con otros siguiendo este mismo principio compositivo, hasta el punto que el observador se pregunta qué quiere expresarse realmente con semejante composición. Esto le estimula a meditar respecto a lo representado, al mismo tiempo que se le invita a captar un nexo entre la decapitación de Holofernes y la del Bautista, y entre las figuras de Judit y Salomé.
En el fresco de la trompa, donde se representa la Historia de Ester, ésta aparece tres veces, mientras que Mardoqueo, Amán y el rey Asuero aparecen dos veces cada uno. De esta manera, se concentra en el menor espacio posible aquello que de otro modo hubiera podido dar lugar a una secuencia completa: Ester advertida por Mardoqueo respecto a su destino como esposa del rey; la noche insomne del rey Asuero y la lectura de los anales por parte de Mardoqueo, junto con el contenido de éstos (la conjura urdida por los dos eunucos, que Mardoqueo desvela); el banquete con Amán y su castigo en la cruz
Finalmente, diremos que Miguel Ángel abandonó la representación realista-imitativa para pintar, en el último de los frescos efectuados en las trompas, a las serpientes que matan a los hijos de Israel en el desierto retorciéndose en el aire en lugar de arrastrarse por el suelo. Según dice el anónimo autor medieval de la Vitis mystica, las serpientes no son otra cosa que sugestiones de los malos espíritus, capaces de desviar a los hombres de la fe y hacerles caer en toda clase de vicios.